María Clara Miserendino, tiene 20 años y un futuro promisorio en la ciencia argentina y mundial. Es una de las 100 jóvenes líderes en Biotecnología de Latinoamérica.

Por Benita Cuellar 

“La ciencia no sabe de países, porque el conocimiento le pertenece a la humanidad y es la antorcha que ilumina el mundo…”, dice la frase adjudicada al científico francés Louis Pasteur. 

Ese fuego atravesó y se extendió como un ráfaga en la mente y el corazón de una joven que pasa sus días “de encierro” en la pequeña localidad de El Manzano, Sierras Chicas. 

Es muy temprano y María Clara Miserendino, de 20 años, está en “su estudio”, un pequeño espacio dentro del living familiar donde pasa la mayor parte del día.

 Rodeada de carpetas y libros, fibras de colores dispuestas frente a la computadora toma las clases de cuarto año de la licenciatura de Biotecnología en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).  

Una bandera argentina sobresale en ese atesorado espacio en el que se conecta con “su mundo”. 

En los pocos ratos libres le gusta hacer yoga, andar en bici, disfrutar la naturaleza y jugar con sus perros Felipe, Ciro y Lola. 

 Clara, de sonrisa constante y unos ojos vivaces, fue elegida en el 2020 como una de las 100 jóvenes líderes en Biotecnología de Latinoamérica para representar a la Argentina en la Cumbre Allbiotech 2021 que se hizo en mayo de manera online. 

Todavía lo vive como un sueño. Ella puede hablar con científicos premiados con la misma simpatía que lo hace en una charla con sus pares. 

“Mamá, papá, acabo de hablar con los Nobel por videollamada”, recuerda que dijo a sus padres después de hacerles preguntas a Konstantin Novoselov (Premio Nobel de Física 2010) y Venki Ramakrishnan (Premio Nobel de Química 2009)en el Sciencie Day organizado por Lindau Nobel Laureate Meetings 2020, un encuentro con premios Nobel. Y este año volverá a estar invitada. 

 “No lo podía creer”, exclama. Y sigue emocionándose por cada paso que da desde que comenzó su “amor por la ciencia”. 

Amor por la ciencia

Amor por la ciencia. Gentileza: Clara Miserendino.

El enamoramiento de Clara con la ciencia empezó en el colegio Espíritu Santo de Río Ceballos, cuando motivada por la curiosidad participó de las olimpíadas de biología. “Me enamoré. Fue como un viaje de ida”, relata.  

Implicaba mucho tiempo de estudio fuera de clases. Pero ella, que siempre tuvo el apoyo familiar, estaba encantada con estudiar distintos temas. 

Tanto le gustaron las olimpiadas que siguió participando. Y en cuarto año ganó la medalla de plata. Eso le permitió que la eligieran para participar de la Olimpíada Internacional de Biología en Vietnam. Tenía 16 años y representaba al país.  

“Ese viaje fue el inicio de todo. Me abrió la cabeza. Interactué con estudiantes de otros países. Me motivó a ir por más y a darme cuenta que hay cosas por mejorar acá. Y eso es lo que me tiene trabajando ahora”, cuenta. 

Después de Vietnam su deseo por el conocimiento se afianzó aún más. Participó de olimpíadas en Matemáticas, Química, de Tecnología, Literatura. “Empecé a mandarme en todo lo que encontraba”, expresa riéndose. 

También participó de campamentos de ciencias en Argentina y Chile, y fue becada por el Instituto Balseiro con un proyecto sobre energías renovables. 

Ya en la facultad, con 18 años, ganó una beca para ser investigadora por un mes en el Instituto Weizmann de Israel. El encuentro reunió a 100 jóvenes de todo el mundo.  

Allí, realizó un estudio de embriología (la edición genética a través de Crispr/Cas9).  Esta experiencia, “me sirvió para saber qué se siente ser científico”, reafirma. De allí le quedaron dos amigas, una alemana y una brasilera, quienes la visitaron en su casa. 

Para la joven “ese mundo” donde está inserta es apasionante. “Te hacen reflexionar sobre la importancia de ser un agente de cambio. Eso es muy fuerte. Y el intercambio, con otras chicas y chicos, es muy potente”, afirma. 

El desafío de ser joven

Clara en acción. Gentileza: Clara Miserendino.

Ser líder “es una responsabilidad”, asume Clara  a quien le encanta enseñar. Siente que tiene que difundir ese mensaje y aprendizaje de la Cumbre de AllBiotech.

“Tenemos que demostrar todo lo que está haciendo la biotecnología y el potencial del país”, remarca. 

Y opina que “casi nadie sabe qué es la Biotecnología y que se puede estudiar  acá (en UNC) y gratis”. 

Entusiasta y decidida, la pandemia no hizo más que potenciar sus conocimientos, realizar proyectos y organizar encuentros con científicos. 

Junto a otros jóvenes de Latinoamérica armó Ciencia Sí, “un instragramer científico donde damos ciencia para chicos”, narra. 

Ya en 2019, junto a una amiga rosarina, había creado Cientina, un Instagram de contenidos científicos, agendas de becas y eventos para otros jóvenes. 

Curiosa y sin límites para el aprendizaje, aconseja que “no solo hay encerrarse en los libros, en las ecuaciones y experimentos sino ver a la ciencia como un todo”. 

A la par, pide a los adultos que escuchen a los jóvenes. Piensa que merecen tener la oportunidad de contribuir a la sociedad y quieren hacerlo. 

Adelanta que en el futuro seguirá estudios en biología computacional. Y revela que le encanta la frase que les dejó Ada Yonath (Nobel de Química en 2009): No pidan consejos. “Pienso que hay que confiar en el camino, en la curiosidad de cada uno”. 

(Nota publicada en La Voz el 28 de junio de 2021)