Desde fines del 2017 existen distintas iniciativas para darle solución al primer problema ambiental, la basura y los desechos higiénicos. Los pañales tardan casi 500 años en degradarse, pero hoy pueden ser pavimento, celulosa y hasta tapas de plástico.

Por Amira López

A fines de febrero (2022) la expectativa crecía en Gales (Reino Unido), la primer ciudad en pavimentar los tramos de una ruta con más de 100.000 pañales. Los expertos aseguran que este material reciclado es más resistente y duradero y que huele a pavimento.

La propuesta nace de NappiCycle, una empresa de la misma ciudad con la meta de reducir la contaminación generada por los pañales descartables, unos 140 millones de pañales al año que se tiran a la basura, solo en Gales. En el país, la cifra asciende a unos 3 mil millones, es decir, unos 44 por habitante al año.

El pavimento en Gales realizado con 100 mil pañales reciclados. Imagen gentileza ADN Sur.

Como prueba piloto, tomaron 2 kilómetros de la ruta que conecta al pueblo de Cardigan con la ciudad de Aberystwyth. El proceso involucró 107 mil pañales usados que fueron limpiados por completo y sometidos a una separación de plásticos y celulosa. ¿El resultado? 4 toneladas de fibras destinada a un pavimento que además reduce la huella de carbono.

Reciclar las ideas

El material obtenido puede ser utilizado con otros fines, como pizarras, paneles, pisos. Por ejemplo, la empresa francesa Happy Nappy también recicla pañales pero con otros destinos.

Lo primero que se preguntan en este punto geográfico es si un bebé necesita unos 6 mil ejemplares en sus primeros 24 meses de vida, cuántos pañales terminan como uno de los desechos que tardan más de 500 de años en degradarse.

Happy Nappy tritura y separa la composición del pañal. Según sus estudios, hasta un 70% del producto higiénico pasa a ser residuo orgánico, mientras que el material restante se divide en plásticos, fibras y polímeros absorbentes. Lo orgánico se procesa y convierte en biogas y abono para la agricultura, los plásticos vuelven a ser materia prima para fabricar nuevos compuestos.

El CEO Jean-Louis Chaussade indica que la creación y resultados de estos proyectos ilustran a la perfección la relación entre “negocio y basura” y “como las tecnologías pueden dar lugar a la creación de un nuevo esquema de valorización de los residuos”.

Tecnología y ecología, una relación dispar

Fater SpA de Italia patentó en octubre de 2017 esta tecnología capaz de transformar 10.000 toneladas de pañales y compresas higiénicas. La contribución ambiental le valió el premio de “Campeón de la Economía Circular” de la Comisión Europea.

El desarrollo implicó una investigación que inició en 2008. Lograron que una tonelada de pañales y productos higiénicos absorbentes produjeran 150 kg de celulosa, 75 kg de plástico mezclado y otros 75 de material absorbente apto para nuevos productos. En síntesis, una nueva vida para todos estos residuos.

Celulosa obtenida por reciclaje de pañales.

La planta fue ubicada en la compañía Contarina y trabaja con los residuos de cincuenta municipios de la región de Veneto. Sin embargo, aún no hay registros de estos desarrollos aplicados en Latinoamérica.

Varias fases y un destino

El tratamiento implica distintas fases y tecnología de punta. Pero, lo primero a destacar es que la recolección diferenciada de residuos, actividad que no requiere semejante desarrollo, permite a la empresa obtener el material de trabajo de la manera más limpia posible.

Las máquinas completan los procesos restantes. Los pañales entran en camiones que pasan directamente al área de almacenamiento donde comprimen y presionan los residuos para reducir el olor.

La fase de saneamiento es señalada como la esencia de la tecnología aplicada. El producto se esteriliza con presión y vapor durante unos 45 minutos lo que permite eliminar la carga bacteriana.

“Es como una lavadora gigante en seco” explican los ingenieros a cargo del proceso. “Al usar vapor se reduce en un 90% el empleo de agua”, sostienen.

Planta de tratamiento de pañales Fater SpA. Gentileza PyG.

De todos modos, este proceso patentado en Italia asume que la consecuencia del tratamiento es un 47% de agua residual que termina en las alcantarillas junto a los líquidos urbanos.

Una vez esterilizados, los pañales se rompen para quitarles la humedad con aire caliente en otra máquina. “Un flujo de aire a alta temperatura y ascendente atraviesa el material distribuido en una cinta transportadora. Cada una de las bandejas que contiene los pañales tiene una velocidad de aire. Cuando salen el material está esterilizado y no huele”, explican desde el medio La Razón.

Luego llega el momento de separar los componentes del pañal en plástico, celulosa, y polímero absorbente y esta etapa es el segundo corazón del proceso. Hay varios separadores. Los aplicados para el plástico utilizan infrarrojos para distinguirlos, mientras que los tambores para la celulosa separan la fibras mediante un centrifugado de alta potencia.

Tecnología, a veces oportunidad y a veces barrera

El costo de la planta todavía es un misterio, solo se sostiene que la inversión es amortizada tras 4 años de trabajo. De todos modos, con el resultado obtenido se hacen tapas, broches, juguetes, pallets, pizarras, o como las otras empresas citadas, pavimento, celulosa y biogas.

Desde la década del 90 se intenta reciclar pañales y muchas veces los de tela representan la alternativa ecológica para padres y madres, en especial en las regiones donde no cuentan con esta plantas de tratamiento.

Por último, cabe destacar que para establecer una economía circular el primer paso es justamente, evitar el residuo. Para algunos especialistas en esta materia, estas plantas no representan una solución, de hecho, es más sencillo (y económico) fomentar el uso de los pañales de tela tal como se hace en países latinoamericanos.

Fuente: La Razón, ADN Sur.