El argentino que impulsó el tango en Granada y creó un refugio para bohemios
Se trata de Horacio “Tato” Rébora, quien nació en Córdoba. Hace unos días se celebró la 34 edición del Festival Internacional de Tango en esa ciudad de España. (Foto destacada: Granada Digital)
Por Gustavo Trombetta
El cierre de la 34 edición del Festival Internacional de Tango de Granada, el 20 de marzo pasado, y el primero después de la pandemia, estuvo cargado de mucha femeinidad: con guitarras y mujeres cantoras.
Este festival surge por la idea de un argentino nacido en Córdoba: Horacio “Tato” Rébora, quién se instaló en Granada, España, después del golpe militar de 1976 en Argentina.
Antes de llegar a Granada, su primer destino fue Suecia, allí era asiduo de un bar-librería del que, además, hizo un dibujo que todavía guarda.
Y se inspiró en ese dibujo para crear ‘La Tertulia’, sobre la calle Pintor López Mezquita.
El lugar se convirtió en un refugio de intelectuales y bohemios que buscaban expresase.
Tras festejar los 40 años en pandemia, el local sigue recibiendo a aquellos que necesitan llenarse el alma de utopías.
Tango y flamenco
La apertura del Festival estuvo a cargo de los bailarines Eber Burger y Sabrina Nogueira. El vértigo y la estética puestos a disposición del público que se acercó al Teatro Isabel la Católica.
Posteriormente la barilochense Graciela Novelino cautivó a todos con su voz. En el repertorio además de tangos, incluyó milongas tradicionales y baladas, en compañía de la guitarra de Ramon Maschio. El broche de oro estuvo a cargo de la cantaora Martirio.
Una guitarra exquisita con mucho de flamenco y aires de bosa nova a cargo de Raúl Rodríguez. “Es el mejor guitarrista del mundo porque lo conozco desde que lo tenía en mi vientre”, dijo la andaluza.
Una gran fusión donde el tango y el cante jondo se mezclaron para darle fuerza al show. Interpretando a Eladia Blaquez o a Gardel logró erizar la piel de los que sentían las melodías fusionadas.
Mas allá de escuchar versionas de Cafetín de Buenos Aires, Uno, Balada para un loco, Chiquilín de Bachín, en el final el público respondía con un “ole” y la lluvia de aplausos invadió el escenario.
Tal vez, los españoles que esperaban el tango tradicional se quedaron con gusto a poco. Pero los amantes de la música se llevaron un espectáculo muy ordenado, armónico y de alta calidad.
Tras la despedida del organizador, Horacio “Tato” Rebora, hubo una yapa: madre e hijo interpretaron un clásico del flamenco “Ojos verdes” de Miguel de Molina.
Fue una semana donde el tango invadió teatros, plazas, universidades, como llevando un pedacito de Argentina a Granada. Desde el momento en que se apagaron las luces del teatro, se comenzó a trabajar en la nueva edición para el año que viene.