Tras un análisis de un estudiante de la Universidad de Canterbury, encontraron 13 tipos de microplásticos en la nieve de Antártida.

Por Amira López Giménez


Corre el año 2019 y un estudiante del doctorado de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda) se dedica a recolectar muestras de nieve de la Plataforma de Hielo de Ross. El estudio de Alex Aves es simple, pero contundente. Los resultados obtenidos de 19 muestras de nieve derretida develan la presencia de microplásticos.

En su investigación, publicada en la revista The Cryosphere, sostiene haber encontrado 13 tipos de compuestos plásticos por cada litro de nieve. El más recurrente es el PET (tereftalato de polietileno) el plástico más utilizado en el planeta. Puede encontrarse con facilidad en artículos de uso cotidiano, en botellas, e incluso prendas de ropa y cosmética.

Encontrar microplástico en una región como la Antártida, habitada por un promedio general de 1000 a 5000 personas, volvía improbable cualquier hipótesis. Sin embargo, la evidencia demuestra que esta pequeña partícula puede recorrer grandes distancias. Se encuentra en el aire, en el agua, en los fondos de océanos y ahora también en la nieve.

Fotografía en portada gentileza de David Liittschwager vía National Geographic. Imagen sobre el muestreo de la superficie del agua en Hawai.

“Cuando Alex viajó a la Antártida en 2019 teníamos la esperanza de que no encontraría restos de microplásticos en un punto tan remoto”, rememora con nostalgia y sorpresa Laura Revell, profesora asociada de Física Ambiental a National Geographic.

Aun así, la sorpresa fue abrumadora para la ciencia. Las partículas de microplástico están presentes en cada una de las 19 muestras tomadas por Alex Aves. El análisis consistió en una evaluación química conocida como espectroscopia infrarroja. La técnica ayuda a determinar el tamaño, color y forma de las partículas.

Aves indica que su descubrimiento es triste y solo demuestra el alcance de estos contaminantes.

El origen aún es incierto. Una hipótesis señala a los escasos habitantes de las bases científicas Scott y McMurdo, aunque bien podría ser el efecto de un viaje atmosférico de miles de kilómetros.

Argentina estudia más posibilidades

Mientras tanto, del lado argentino, Alfredo Costa del Instituto Antártico Argentino (IAA) comenzó sus estudios sobre estas partículas en el aire. En diálogo con este medio, el Doctor en Ciencias de la Atmósfera indica que su interés no solo abarca al microplástico del aire, sino también, otros componentes derivados de la actividad antropogénica y el polen.

“Grandes cantidades de plásticos son degradados en los océanos, a través de la radiación solar, en pequeñas partículas llamadas microplásticos. A causa de la circulación propia de la atmósfera, pueden recorrer enormes distancias y terminar en otros rincones del planeta”, indica Costa, lo que refuerza la segunda hipótesis esbozada por Aves.

Antártida por Cristian Lagger.

Ya por el 2017 la ONU declaraba que había 51.000 millones de estas partículas en el agua del mar. Las mismas son ingeridas por animales que luego terminan en la mesa de las personas a través de la cadena alimenticia. De todos modos, los registros de este componente antropógeno se remonta a 1970, cuando fue detectado por primera vez.

Desde entonces, poca atención se le ha prestado a esta ínfima partícula. Ya en marzo del 2022, Heather Leslie junto a Marja Lamoree (Universidad Libre de Ámsterdam), aseguraban haber encontrado la primera evidencia de microplástico en el torrente sanguíneo humano.

El microplástico tiene una medida pequeña en extremo. 0,5 milimetros es el parámetro para tildar estos descubrimientos como microplásticos. Según un informe de la ONU se pueden dividir en dos categorías, primarios y secundarios.

Los microplásticos primarios son las partículas lanzadas directamente al ambiente. Un ejemplo es el lavado durante la producción de la ropa sintética que produce el 35% de microplásticos en la actualidad. A su vez, representa entre el 15% y el 31% de este componente en los océanos.

Los secundarios se generan mediante la degradación de grandes objetos como bolsas, telas, redes de pesca, y son un peligro mayor porque representan entre el 69% y el 81% de los microplásticos presentes en el agua marina.

En portada: nieve en Antártida. Foto gentileza de National Geographic tomada por Wolfgang Kaehler.