Un tribunal de la ciudad de New York se debate en reconocer un habeas corpus para la elefanta Happy del Zoológico Bronx. En caso de fallar a favor, Happy será el primer animal en tener derechos humanos. Un precedente similar se encuentra en los hipopótamos de Pablo Escobar.

Por Amira López Giménez


¿Un derecho humano básico puede extenderse a un animal? Es la pregunta que se realiza el Tribunal Supremo de New York. El caso es seguido de cerca, pues la elefanta Happy puede convertirse en el primer animal en tener un derecho humano.

Sus defensores de Nonhuman Rights Project (NRP – Proyecto Derechos No Humanos) dicen que sí. Para el grupo, Happy es autónoma y cognitivamente compleja y merece el derecho reservado por ley para “una persona”.

La historia judicial de Happy comienza en el 2018. Sus defensores indican que más de cuarenta años de “encarcelamiento” en el zoológico del Bronx sugieren aplicar un “habeas corpus“. Esta figura jurídica defiende los derechos de la vida y la libertad ante detenciones arbitrarias. La acción le otorgaría a Happy la libertad para ser trasladada a un santuario.

Así, los activistas realizaron varias audiencias y recién en mayo (2022) el Tribunal de Apelaciones de New York aceptó escuchar el caso del pedido de habeas corpus de la elefanta Happy. De manera que “Happy se convirtió en el primer elefante del mundo en recibir una audiencia para determinar la legalidad de su encarcelamiento”, sostiene NRP.

Operativo Happy

La noticia recorre el mundo y el Tribunal de Apelaciones de la ciudad más importante de Estados Unidos aún se encuentra en debates. Para el Zoológico del Bronx, lugar donde reside Happy, la elefanta no debería tener acceso a esta figura judicial semejante. De hecho, Happy no está encarcelada y tampoco es una persona, sino más bien, es una elefanta bien cuidada y “respetada como la magnífica criatura que es”, sostienen.

Happy la elefanta. Foto gentileza de NRP.

El proyecto Derechos No Humanos quiere que se reconozca la figura y la elefanta sea trasladada a un santuario más espacioso. La abogada del proyecto, Mónica Miller, sostuvo ante The Associated Press que “ella tiene el interés en ejercer sus opciones y decidir con quién quiere estar, a dónde ir, qué hacer y qué comer, y el zoológico le prohíbe tomar cualquiera de esas decisiones por sí misma”.

Para respaldar los argumentos, el grupo de abogados y activistas realizaron pruebas de autoconciencia en el año 2005. El examen reveló que la elefanta se tocaba una “X” blanca en su frente repetidas veces frente a un espejo grande. Esto se entendió como una respuesta ante las preguntas de los humanos que presenciaron el momento.

Sentar el precedente

El caso, aún no resuelto, puede sentar un precedente único, y el debate se encendió. La iglesia se opone y otros referentes sociales tildan al caso de “ridículo”.

Por su parte, al zoológico le presenta numerosas preocupaciones. Si Happy tiene un habeas corpus, la situación abre la puerta a cientos de animales que puedan acceder a instancias judiciales, incluidas las mascotas. El cuerpo de abogados del zoológico argumenta que Happy puede nadar libremente, alimentarse, y tener todo tipo de comportamientos naturales, propios de los elefantes.

A su vez, señalan que el grupo de activistas solo realizan una “flagrante explotación de Happy para avanzar en su agenda coordinada, y no muestran alguna preocupación por el animal individual”. El grupo está dispuesto, continúa el cuerpo de abogados en una nota judicial, a sacrificar el bienestar psicológico y la salud de Happy solo para sentar un precedente.

Happy en el zoológico de Bronx ya cumplió 48 años. Foto gentileza de NRP.

Para los activistas más allá del trato del zoológico, lo que se está violando es “la libertad corporal” del elefante. Ya de por sí, en el pasado, los tribunales han fallado en contra de NRP y otros casos similares no han logrado prevalecer. Eso sí, pusieron en debate los derechos animales y humanos en torno a la libertad y el derecho a la vida.

Happy nació en Asia a principios de la década de 1970 y fue capturada con tan solo un año de vida. Luego fue llevada a Estados Unidos. Una vez allí, el cuento de Blancanieves y los siete enanitos le dio un nombre a ella y a su compañero, Grumpy. Este falleció en el 2005 en una batalla contra otros dos elefantes del zoológico del Bronx.

Los hipopótamos de Pablo Escobar, otro precedente

En octubre de 2021 un juez de Ohio (Estados Unidos) admitió los argumentos de dos expertos en fauna a favor del control de natalidad de los hipopótamos de Pablo Escobar. La historia de los hipopótamos de la cocaína llegó a las manos del juez luego de que el pueblo colombiano se debatiera entre sacrificarlos o controlarlos.

Es bien conocido que el narco más famoso del mundo supo armar un zoológico en su patio con el tráfico ilegal de animales. Tras la muerte de Escobar, los hipopótamos, que al principio eran cuatro, se fueron reproduciendo. Ahora suelen andar con total libertad por las callecitas a kilómetros de Bogotá, donde se encuentra la Hacienda Nápoles. Otros tantos vagan por las orillas del río Magdalena y se han ganado el cariño de la gente.

Sin embargo, Pepe, uno de los más de 40 ejemplares, atacó a un hombre dejándole graves heridas. Pero, la manada de hipopótamos es defendida porque representa un fomento crucial para el turismo. A su vez, los habitantes consideran a los hipopótamos como unas víctimas más de las acciones del narcotraficante.

Los hipopótamos de Escobar se bañan en el lago cercano a la Hacienda Nápoles, el Doradal (Colombia). Foto gentileza de Fernando Vergara | AP.

Fue tal la invasión de hipopótamos que la población debió debatirse entre sacrificarlos o poner dinero para su conservación, sin que alteren al ecosistema. La solución la presentaron los expertos estadounidenses con el control de natalidad y nadie debió despedirse de la manada de hipopótamos que recorren las calles.

Los científicos, que señalan con curiosidad la situación, pues no hay hipopótamos fuera de África, subrayan la capacidad de adaptación. A su vez, esperan que continúen con su reproducción, estiman un crecimiento en cientos.

En este laberinto, el juez de Ohio consideró a los hipopótamos como “personas interesadas”, con derechos legales, lo que sentó el primer precedente en la jurisprudencia de Estados Unidos.

¿Happy, será la primera?

Al final, los defensores de los derechos de animales señalan que el caso de Happy representa “una encrucijada cultural”. “Es clave para pensar de manera más abierta y honesta, y menos egoísta, sobre lo que significaría tratar la particularidad de los animales no humanos con la seriedad moral que merece”, sostiene Laurence Tribe, profesor de la facultad de Derecho de Harvard a The Associated Press.

También desde los márgenes del debate, Gary Francione, otro docente en derecho, reflexiona: “Soy vegano desde hace 40 años. No me malinterpreten, no estoy de acuerdo con el uso de animales en general. El solo hecho de que el tribunal comience a decir que los animales no humanos son personas bajo la ley generará todo tipo de preguntas, cuyas respuestas no serán accesibles para muchas personas”.

El caso de Happy será resuelto en los próximos meses. Mientras tanto, el debate se vuelve feroz, pero al mismo tiempo, forja las bases para una reflexión sobre animales en cautiverio y la mirada humana en torno a ellos.