Allí vivieron grandes figuras de la historia argentina. Territorio de lucha contra las invasiones inglesas.

Visitar sus calles es adentrarse a su historia, sus personajes, sus antiguas casonas, la bohemia que aún se respira en sus bares y cafés, la literatura y el ritmo inusitado de las ruidosas fondas.

El barrio de San Telmo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es un retazo de otros tiempos que invita a descubrirlo con tonadas de distintas geografías, y los olores del mundo en su Mercado de 1897.

Las calles empedradas reciben a miles de turistas deseosos de descubrir lo que esconde cada espacio.

El arte en las calles de San Telmo. Foto: iStock

Sus coloridas paredes, con murales y arte callejero, sus vidrieras fileteadas, la gastronomía al paso, las antigüedades y anticuarios por doquier, el tango, los ritmos que van y vienen al compás de los pasos, todo forma un atractivo ensamble.  

Vidriera en Mercado de San Telmo. Foto: Benita Cuellar.

San Telmo tiene la mayor concentración de anticuarios de América y la segunda a nivel mundial después de Francia, con 500 locales de antigüedades en un radio de un kilómetro.

Antiguo y moderno. Foto: Benita Cuellar.

San Pedro González Telmo

El barrio de San Telmo comenzó a extenderse hacia el sureste de la Plaza de Mayo, y se lo identificaba con el nombre de Alto de San Pedro por su elevada posición.

También era conocido como “barrio del puerto”, a raíz de los desembarcos cercanos y trabajos de aguateros y pescadores por su proximidad al Río de la Plata. Había ranchos de adobe y techo de paja y algunas barracas para almacenar cueros y otras mercaderías.

Calles de San Telmo. Foto: Benita Cuellar.

En 1.600 fue testigo de la aparición del culto a San Pedro González Telmo, designado entonces patrono del viejo convento de Santo Domingo, que estaba ubicado en la manzana de las actuales calles de Perú, México, Bolívar y Chile.

Mercado. Foto: Benita Cuellar.

Luego, en 1734 los Jesuitas fundaron la iglesia Nuestra Señora de Belén, además de una Casa de Ejercicios Espirituales para hombres, que adoptó el nombre de “La Residencia”, el cual se extendería luego también al barrio y a la plaza del Alto.

En 1822 fue denominada “del Comercio”. En el lugar se atendía a los enfermos.

Desde 1.861 funcionará el mercado del mismo nombre, hasta que en 1.897 la plaza volvió a tomar su fisonomía de tal, y en 1.900 recibió la denominación de Coronel Dorrego que aún hoy ostenta.

Mercado de San Telmo. Foto: Benita Cuellar.

La ida de los Jesuitas

Con la expulsión de los Jesuitas en 1767, las obras de construcción de la iglesia quedaron inconclusas y dos años más tarde la zona quedó bajo la dependencia de la parroquia de la Inmaculada Concepción.

En 1785 los padres Bethlemitas se hicieron cargo del templo, trasladando a la casa anexa su hospital.

Recién en 1806 se designó como sede a la Parroquia de San Pedro Telmo. A pocos pasos allí se alzaba un hueco (actual Plaza Dorrego) que servía de parada de carretas provenientes de las provincias del norte, y recibió al Director Supremo Gral. Juan Martín de Pueyrredón para jurar la Independencia en 1816.

Calles de San Telmo con sus restaurantes. Foto: Benita Cuellar.

El barrio sufrió una brusca transformación luego de la epidemia de fiebre amarilla de 1871, cuando fue despoblado por sus familias más pudientes y estas buscaron mejores condiciones climáticas y sanitarias en el norte o en el oeste de la ciudad.

Lleno de historia

San Telmo es un baluarte de la historia argentina, no sólo porque en allí vivieron próceres, poetas y escritores destacados, como French y Beruti, Esteban de Luca, Esteban Echeverría, Almirante Guillermo Brown, entre otros, sino porque trabajó arduamente en los momentos decisivos de la patria: como en las invasiones inglesas.

Por calle Defensa, eje histórico del barrio, se encuentra Parque Lezama, rediseñado por Carlos Thays.

Sendero Interior del parque bordeando la barranca, Sin fecha. Foto: https://buenosaireshistoria.org/

El lugar era conocido como “quinta de los ingleses”, ya que desde 1.812 estuvo en manos del inglés Daniel Mackinlay, y desde 1.845 pasó al norteamericano Carlos Ridgely Horne, quien la vendió a don Gregorio Lezama.

En 1.894 la quinta fue comprada por la municipalidad y se creó el parque.

Bajada de la calle Dr. José M. Giuffra hacia Paseo Colón. Foto: https://buenosaireshistoria.org/

Aún quedan en pie casonas como la de los Ezeiza en calle Defensa, la del pintor Castagnino en calle Balcarce y Carlos Calvo, la muy antigua de los Oliden en Carlos Calvo, la casa sin ochava de Av. Independencia y Balcarce, denominada “Viejo Almacén”, donde se estima que funcionó primitivamente el Hospital Inglés.

Además de la esquina sin ochava de Balcarce y Carlos Calvo, la casa de Esteban de Luca, con sólo una cuarta parte.

Lo social y cultural

Mural. Foto: Benita Cuellar.

El canónigo Manuel J. Sanguinetti hizo mucho por lo social y cultural con sus libros o notas en las que reunió cantidad de datos históricos, y se ocupaba de los niños que concurrían a la Iglesia, para que tuvieran un lugar de esparcimiento.

Café Town. Foto: Benita Cuellar.

Y Don Ernesto De Carli, con su famosa pulpería en la calle Balcarce entre Estados Unidos y Carlos Calvo, fue presidente de la República de San Telmo durante muchos años.

Fonda argentina. Foto: Benita Cuellar.

Allí reunía a grandes personalidades de la cultura, como Carmen Amaya, Iris Marga hasta Jorge Luis Borges, quien se dedicó a restablecer la publicación de “San Telmo y su pasado histórico” del padre Sanguinetti, o “Sobre túneles y pulperías” del Ing. Krieger y León Bouche.

Café Town, San Telmo. Foto: Benita Cuellar.

Otro baluarte cultural fue la Cofradía de Letras y Artes de San Telmo con Luis G. Caruso, y Alberto Rizzo, y la escritora Olga Reni.

Bar al paso. Foto: Benita Cuellar.

Durante más de 30 años organizaron exposiciones de pintura, artesanías, mesas de libros, conciertos, conferencias, cortometrajes sobre el barrio, serenatas recordativas por las calles, entre otras actividades.

Calle de San Telmo. Foto: Benita Cuellar.

Paseo de la historieta

El Paseo de la Historieta abarca una parte de San Telmo, incluye a Puerto Madero y Monserrat.

El monumento de Mafalda, la niña más famosa de la Argentina está en Chile y Defensa y es la parada obligada para sacarse una foto en ese banco de plaza.

Mafalda. Foto: Reuters.

Comienza por las calles Chile y Defensa, luego continua por Chile hasta Balcarce, donde está la escultura del gran playboy argentino: Isidoro Cañones, creación de Dante Quinterno.

Un poco más allá, en Balcarce y México, están otros dos personajes entrañables: Largirucho y Súper Hijitus, de Manuel García Ferré.

(Fuente: Olga A. R de Rizzo. https://www.buenosaires.gob.ar/)