Las asombrosas creaturas de Theo Jansen
El escultor y artista Theo Jansen construye esculturas que se asemejan a creaturas en movimiento.
Hay un increíble artista y además escultor que desde hace 30 años viene trabajando con técnicas de la ingeniería mecánica: construye esqueletos que usan la energía del viento para moverse.
Lo que llama la atención y lleva un enorme trabajo. El artista se llama Theo Jansen y su preocupación por el calentamiento global lo llevó a crear estas enormes creaturas a las que llama ‘strandbeest’ (animales de playa en holandés).
Creaturas gigantes
Desde 1990 viene realizando estas obras que pueden construir diques en las playas. Según escribió ese mismo año en una columna del diario Volkskrant la solución podría estar en estas criaturas gigantes.
“El mar no hace más que subir, y esto amenaza con hacer retroceder los límites de nuestra tierra hasta donde estuvieron en el medievo”, expresó entonces.
A la vez preguntó: “¿Cómo hacer llegar más granitos de arena a nuestras dunas?” Y respondió: “Sería fantástico si tuviéramos unos animales que removieran la arena de nuestras playas, que la arrojaran al aire, para que, a continuación, el viento se encargara de llevarla hasta las dunas”.
A partir de entonces, Jansen da vida a esculturas enormes que caminan usando la fuerza del viento en playas holandesas. Y fueron recreadas por el artista con materiales tan simples como tubos plásticos o cinta adhesiva.
El propósito de sus obras, según dijo el artista holandés, es la creación de una “nueva especie”.
Desde su laboratorio en Ypenburg, Jansen estudia la historia de la evolución biológica para dotar a sus nuevas generaciones de criaturas de capacidades cada vez mayores.
Su sueño es que algún día aprendan a evolucionar sin su intervención y continúen sus vidas como cualquier otro organismo, sometidas a los ciclos de la naturaleza.
Las piezas creadas por el artista están desarrolladas para adquirir funciones como caminar, girar y detectar peligros, y adquirirán un sistema de adaptación a diversos entornos.
(Fuentes: Cultura Inquieta y “Correplayas” y el artículo de Theo Jansen publicado en 1990 en el diario Volkskrant)