En la primera semana de julio 2022, Phuc (napalm girl) recibió su último tratamiento para curar las cicatrices ocasionadas por la bomba de napalm que en 1972 afectó al 65% de su cuerpo. Le llevó cincuenta años, el mismo tiempo de vigencia de una de las fotografías más icónicas de los horrores de la guerra.

Por Amira López Giménez


Era la mañana del 8 de junio de 1972. El calor en Vietnam era un calvario aún peor junto a la Segunda Guerra Indochina entre el sur y el norte. El enfrentamiento ya se había llevado unas tres millones de vida. Por entonces, Phan Thi Kim Phuc era una niña de tan solo 9 años cuando una bomba de napalm fue lanzada en su aldea, Trang Bang.

El napalm fue considerada una de las primeras armas químicas. Se trata de gasolina en gel, altamente inflamable. La crueldad consiste en una vez que estalla la bomba, la sustancia se adhiere a la superficie, como un fuego costante que solo se apaga con una inmersión total en el agua o con la quita de oxígeno. Mientras tanto, arde, quema y quita para siempre todo lo que toca.

“Napalm girl” fue visto por el mundo. Tras arrancar su ropa en llamas, cuando corría desnuda y gritando de dolor, se convirtió en el ícono de los horrores de la guerra. Algo que el gobierno de Vietnam supo aprovechar muy bien. Su imagen, desnuda y llorando de dolor, no solo dio la vuelta al planeta, sino que aun sigue vigente.

Un momento que el mundo siempre mira

El fotoperiodista Nick Ut gatillaba su cámara en las inmediaciones de la aldea para Associated Press (AP) donde habían anunciado una inminente ofensiva del Vietcong. Esa niña envuelta en llamas fue inmortalizada en su lente.

Apenas había llegado a la aldea cuando se topó con las tropas vietnamitas y la prensa, apostadas en medio del camino de ingreso. No pasó mucho para divisar el fogonazo de fósforo blanco, el momento previo al napalm y sus llamas. La aldea había sido evacuada, pero no fue suficiente. Y el Vietcong no se defendía, no había ruido de antiaéreas. Solo los gritos de niños y niñas que salían de la espesura selvática en busca de ayuda.

Napalm Girl para Associated Press, 1972.

“Cuando corría vi que le ardía el brazo, que le ardía tanto el cuerpo”, supo explicar en un encuentro con Phuc. Cuando la vio, luego de tomarle la foto, lanzó su cámara y tomó su cantimplora para aliviarle el dolor ante la indiferencia de muchos, pues el llanto y el dolor del napalm era una escena recurrente. La llevó al hospital en una de las camionetas de AP.

En ese año fatídico, la guerra entraba en su última fase. Periodistas de Europa la dieron como finalizada cuando vieron cómo Estados Unidos retiraba todo su armamento y artillería pesada. Hasta entonces, se habían naturalizado innumerables horrores. La década del 70 fue convulsa y “napalm girl”, sin quererlo, fue ese símbolo.

Entre el horror y la desnudez

Parece ilógico, aunque con el diario del lunes es sencillo juzgar. Las fotos de Ut habían sido reveladas con rapidez en la sede de AP en la ciudad de Saigón, donde se encontraba el edificio. De ahí pasaron por Tokio para luego llegar a New York.

Una vez que la fotografía había llegado a la ciudad central de Estados Unidos, se dio un debate inusual. Pues, cómo publicarían un desnudo frontal, y ni hablar de que se trataba de una niña. Mientras tanto, desde AP de Saigón, su director, Horst Faas, gritaba al teléfono que debían publicarla sin tocar la imagen, que era un Pulitzer así como estaba, y así fue. En 1973, un año después, Ut ganó el Pulitzer.

Phan Thanh Tam, el hermano mayor de Phuc, posa con la fotografía que también lo retrata a él, se encuentra del lado izquierdo de Phuc.

Antes de abandonar Saigón, el fotoperiodista fue a visitar la aldea donde se enteró que Phuc había sobrevivido contra todo pronóstico. Recién en 1987 volvió a verla en Cuba, cuando el Times de Los Ángeles le propuso un encuentro tras quince años de la fotografía.

Kim Phuc, cincuenta años más tarde

Phuc aun no ha vuelto a su aldea natal. “Todavía no estoy lista, ni emocional, ni financieramente”, declaró la última vez que fue requerida por la prensa, el 8 de junio de 2007.

Fue nombrada por la UNESCO como embajadora de Buena Voluntad en 1997. Dos años más tarde, la escritora Denise Chong publicó un libro sobre ella. En 2002 fue recibida por la reina Isabel y creó la Fundación Kim para niños y niñas víctimas de las guerras, cualquiera sea.

Phuc, esta vez sonríe frente a la cámara tras su 12° tratamiento. Gentileza AP.

Ya pasaron 50 años de la imagen, de sus gritos ¡nong qua, nong qua! (¡quema mucho, quema mucho!). La atrocidad había sido tal que el ejército estadounidense intentaba taparlo en vano, diciendo que se trataba de un “incidente doméstico”.

Phuc cincuenta años después. Foto gentileza de Associated Press, AP.

A su lado en la fotografía se encontraba su hermano a quien ella le gritaba. Hoy tiene un bar en la misma aldea, a pocos metros donde todo sucedió. La gente le saca fotos junto a la icónica fotografía a sus espaldas y él abre su libro de visitas para lucir la enorme cantidad de escritos sobre su hermana, las palabras de dolor y aliento de cientos de desconocidos.

En la primera semana de julio (2022) Phuc pasó por el 12° y último curso de un tratamiento con láser al que se sometió para curar sus cicatrices. El dolor duró cinco décadas, el napalm había afectado el 65% de su cuerpo.