Marcos Sánchez: la paleta de mil colores que convierte la naturaleza serrana en arte
El artista nacido en San Francisco, Córdoba, Argentina, es conocido por su seudónimo “Siete Colores”. Sus obras, de texturas y multicolores se extienden en murales y cuadros. A la vez, descubre en los retratos otra manera de comunicar.
Por Benita Cuellar
Un mar de colores inunda las paredes. Se dejan conquistar de amarillos, azules, verdes, naranjas, rojos, y otras, miles de variaciones. Matices vibrantes, fuertes y tenues están muy presentes en murales y cuadros que se esparcen por doquier.
Las obras dan vida y perpetuidad a los pájaros, al bosque serrano y a lo que pulula en él; a pueblos originarios, a los serranos y serranas. Acompañados por una geometría con tramas multicolores y una identidad bien marcada, esa que revela Marcos Sánchez al tomar los pinceles y convertir esa existencia en arte.
Marcos, de 42 años, creció en San Francisco, Córdoba, Argentina, una geografía y una cultura muy distinta a las sierras, donde habita desde hace 20 años, y a la que conoce muy bien. La observa con mirada de ave para luego transformarla en el lienzo con la inspiración. La hace suya, pero a la vez también ya es de la gente.
Aunque la semilla siempre estuvo, y hasta que se instaló en las sierras las certezas no lo eran. “Uno imagina ideales pero la realidad es diferente”, asume.
Las sierras, su lugar
Todo comenzó en 2008, cuando llegó a Sierras Chicas. Se afincó en Colanchanga, Río Ceballos, y allí junto a su pareja de entonces, creó “Siete Colores” una productora artística. Y con el paso de los años, terminó adoptando ese nombre. “Se hizo muy mío”, manifiesta.
Desde que llegó anda como si hubiera nacido en las serranías. Sabe del tránsito por ellas, del perfume a aromo en flor, de las aves y la fauna, de la frescura del agua del río que serpentea entre las rocas y se pierde en el monte.
“Sabía que iba a permanecer mucho tiempo. Aquí me siento muy cómodo. Cuando viajo y tengo que estar un tiempo alejado, me dan ganas de regresar, de estar en el arroyo, en las sierras”, admite el artista.
El arte comunica
La comunicación con el entorno es una simbiosis que late y se transforma en razón de ser. Marcos es el artista y el revelador de la naturaleza que anida. “Si viviera en otro lugar sería otro artista. Estoy muy influenciado y arraigado con lo que me rodea”, dice.
En esta morada serrana encontró belleza, poesía, y la magia cada vez más cercana. “Encuentro temas de los cuales hablar y pintar a metros de mi casa”, narra.
Sus obras juegan con las figuras y el fondo, y siempre están dialogando. Con los murales encontró la mirada social. Cuando pintó los primeros, las personas querían tener uno en sus casas o negocios. Por alguna razón, esa necesidad estaba latente.
“Me pareció que estaba bueno desarrollar desde ahí, desde lo económico, pero también con el dialogo con la otra persona. Porque realizar una imagen de lo que alguien imagina es difícil y es una linda tarea”, afirma.
Él capta la sutileza, la sensibilidad, la esencia de una imagen y la convierte en obra de arte. Y el público queda satisfecho. Sus obras adornan espacios públicos y privados, donde son reconocidas con solo observarlas.
Máscaras y rostros
Ahora, Marcos decidió descansar de los colores y pinta rostros originarios, curtidos por el tiempo y por los dolores del pasado.
“Para salir de los murales y de otras obras trabajo sobre unos retratos. Derivó de un trabajo que hice en 2021 sobre pinturas de máscaras que tallaron los chanés (aborígenes que habitan en la provincia de Salta)”, cuenta.
Los chanés construyen máscaras de madera de palo borracho y las venden en distintas partes del país. Marcos compró unas veinte y las encontró deterioradas, y se puso a pintarlas a su modo.
Y esas máscaras lo llevaron a hacer unos dibujos de retratos, y esos retratos se convirtieron en algunas pinturas y ahí está. “Muchas de las cosas son bocetadas, con un boceto de un nivel muy bajo, para no olvidarme de la imagen”, remarca.
Pasó de los múltiples colores a lo monocromía. Lo tomó como una especie de descanso visual. “Porque uno se cansa”, confiesa.
Pintar por placer
Marcos está en constante crecimiento y experimentación, y “el parate de colores es una lucha que no es fácil”. Aunque nunca sufre porque siempre pinta lo que le gusta y quiere.
“A veces es un vértigo porque cuando uno encuentra algo que funciona (del lado comercial, por ejemplo) da miedo soltar la mano. Y hay que encontrar el tiempo para desarrollar lo otro, y tengo ganas de hacerlo sin soltar la mano a lo que te da de comer, y después con el tiempo se va reemplazando”, sugiere.
Y así el público también empieza a consumir las nuevas estéticas. “Lo más importante en el arte y en cualquier otra profesión es no aburrirse, porque eso se nota. Cuando alguien está haciendo algo aburrido se va trasladando y pierde sentido”, reflexiona.
Cubo Azul
En 2021, junto a su amigo artista y fotógrafo Santiago Calvo, y otros/otras artistas abrieron Cubo Azul, una tienda para exhibir y vender obras de arte, y que actualmente alberga más de cien.
El espacio es un cubo metálico armado con un sistema de Tetris que cubre la superficie de la estructura. Y está ubicado entre piquillines y espinillos sobre el bellísimo Camino del Cuadrado, en la esquina Los Plátanos en Villa Los Altos, Río Ceballos.
Así se entremezcla con el continuo andar de los autos y la pasividad de la zona demandada por el turismo que viene y va.
En Cubo Azul, las obras tienen una mirada particular sobre la producción contemporánea del arte local. En el lugar se realizan encuentros de dibujos, música, apertura de ateliers para intensificar el diálogo entre el artista y visitantes. Y ver el proceso de cada pieza artística.
Para visitar la muestra contactarse al IG.
Bio del autor
Marcos Sánchez es artista plástico, muralista y maestro en Artes Visuales. Oriundo de San Francisco, Córdoba, Argentina, viajó por el país, y por Europa pintando obras en formato pequeño y murales de grandes dimensiones. Desde el 2008 está afincado en Sierras Chicas, Córdoba, donde crea con el seudónimo “Siete colores”.