Infiltrada en Madres de Plaza de Mayo, Isabel Correa, o Isabelita, siguió trabajando en la formación de agentes hasta que la investigación periodística de Página 12 la revelara. De ahí, al vetting, una tarea postergada por el Estado en democracia, pero reclamado por especialistas en derechos humanos.


Pasó 45 años en las sombras hasta que una investigación periodística de Página 12 la sacó a la luz. Isabelita fue el nombre que utilizó esta agente como infiltrada en la organización Madres de Plaza de Mayo, y con el cual se la conoce hasta el día de hoy.

Según devela el informe, Isabelita, licenciada en Ciencias de la Educación, ingresó al Cuerpo de Informaciones en 1969. Allí comenzó su carrera. Los años de la dictadura militar en Argentina la llevaron a infiltrarse en Madres de Plaza de Mayo. Actuó como agente y se sospecha que estuvo involucrada en el secuestro de tres madres fundadoras y dos monjas francesas.

Madres de Plaza de Mayo. Gentileza a quien corresponda.
En democracia

Ya en 1982 fue trasladada a Mar del Plata para encontrarse con Luis Alberto Martínez, alias “el japonés”, un agente del Batallón de Inteligencia 601. Un año antes, el japonés había sido arrestado en Suiza. Intentaba cobrar el dinero del secuestro extorsivo realizado en Buenos Aires. Según el testimonio, fue la primera vez que se nombró a Isabelita.

El operativo había sido comandado por la Marina y también contó con la infiltración de Alfredo Astiz. Fueron secuestradas tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mary Ponce de Bianco. También otras siete activistas y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

Todo había sucedido sobre la calle Viamonte. De todos modos, la justica de entonces desestimó la denuncia por no encontrar “elementos suficientes”. Con los años quedó en misterio.

Espía en el siglo XXI

La vuelta de la democracia no miró a Isabelita, ni a otros tantos agentes. Más bien, se apuntó a los juicios de lesa humanidad, algunos de ellos continúan vigentes.

Isabelita fue elegida como integrante de la PFA para investigar el caso de La Tablada. Luego se convirtió en Jefa de Estudios de la Escuela Federal de Inteligencia. Allí formó a los futuros integrantes de la PFA hasta 2019. Si, hasta 2019.

También estuvo trabajando en el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina (IUPFA) hasta que el informe logró que muchas miradas se posaran en ella.  

Madres de Plaza de Mayo. Gentileza a quien corresponda.

La primera denuncia fue en el 2013. Nilda Garré (ex ministra de seguridad) había creado el GERD (Grupo Especial de Relevamiento Documental) que se topó con los archivos de Isabelita. Su legajo reza con claridad: “Habiendo estado infiltrada en la agrupación Madres de terroristas”.

A su vez, su legajo registra tareas en el POC (departamento de Protección del Orden Constitucional), creado en 1983 y en el cual Isabelita trabajó hasta 1995. Un año antes de su partida, se detectó que el POC estaba involucrado en el atentado a la AMIA y que incluso había destruido pruebas relevantes.

Cómo reconstruir la verdad

Argentina, pionera en juicios al terrorismo de Estado, intenta aplicar lo que se conoce como vetting (del inglés, escrutinio). El país es un claro ejemplo de los desafíos que debe enfrentar en democracia.

Fabián Salvioli, relator especial de las Naciones Unidas para la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición, explica qué es el vetting. Ni más ni menos que sacar de las estructuras estatales a las personas que hayan estado involucradas en violaciones de derechos humanos.

“Si he detectado en países de todos los continentes una fuerte resistencia a llevar adelante ese proceso, es en el campo de las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia, porque el espíritu de cuerpo hace que sea muy difícil llevar adelante esa tarea”, reconoce para Página 12.

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Paul van Zyl, especialista en derecho nacido en Sudáfrica durante la era del apartheid, indica que en la actualidad “se reconoce, de manera casi universal, que los enjuiciamientos, las comisiones de la verdad, los programas de escrutinio [vetting] y los de reparación son casi siempre complementarios y pueden establecerse simultáneamente”.

En su escrito “Promoviendo la justicia transicional en sociedades post conflicto”, indica: “La combinación de enjuiciamientos selectivos de aquellos que cargan con la mayor responsabilidad por las violaciones de los derechos humanos, un programa de escrutinio cuidadosamente diseñado y una robusta comisión de la verdad que documente esas violaciones de los derechos humanos, puede contribuir significativamente a la reforma de la policía, el Ejército y los servicios de inteligencia”.

El peso del secreto

Isabelita, la espía infiltrada, continuó con sus tareas de formación durante estos 40 años de democracia. A pesar de los esfuerzos de las organizaciones en la defensa de los derechos humanos, el Estado falla una vez más.

El Cuerpo de Informaciones al que perteneció Isabelita, es un organismo escasamente conocido o investigado. Desde Página 12 se señala que este espacio fue integrado por otros infiltrados de renombre como José Pérez Iosi que actuó dentro de la comunidad judía del país, o Américo Balbuena, que se metió en la agencia periodística Walsh.

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Desclasificar la información, al parecer, es una tarea titánica. Isabelita bien puede ser la punta del iceberg. De hecho, su caso demuestra que los institutos de formación policial siguen funcionando de la misma manera, o una similar, que no es compatible con el sistema democrático.

Para los especialistas en derecho, negarse a desclasificar los archivos solo genera más impunidad. Continuar con represores de la dictadura como integrantes del aparato represivo del Estado, o integrar materias de estudio y formación en derechos humanos, son solo “medidas cosméticas” en palabras de Daniel Feierstein. Por ahora, con el caso Isabelita, piden por nuevas formas de lograr la verdad y la justicia.

Fuente: Página 12.