Es la primera vez que existe un registro científico que postula al desecho de la yerba mate como material base para la elaboración de una tecnología de punta: el carbono activado. La yerba forma parte de la cultura argentina y ahora las indagaciones se orientan a qué hacer con esas toneladas de yerba que llegan a la basura.


Los pueblos cuentan que Tupú, genio del bien, peregrinaba por la tierra cuando se topó con la casa de un humilde anciano. Este, a pesar de su miseria, le dio de comer y beber y en agradecimiento, el genio le dejó la yerba.

Hay otra leyenda que susurra el pueblo guaraní entre generaciones. Dicen que Yasi y Araí (la luna y la nube) estaban en el bosque cuando un jaguar las atacó. Pero, un cazador que solía pasar sus tiempos en el bosque las ayudó, y ellas en agradecimiento, le regalaron a caá (yerba). Existen otras historias similares, pero la yerba siempre fue interpretada como regalo de los dioses.

Esta bebida ampliamente popularizada en el pueblo argentino ha adquirido diferentes significados y sentidos. Se toma mate entre amigos, en familia, de mano en mano. Incluso hoy la yerba se vende de muchas formas, saborizadas, sin palo, orgánica o de producción industrial. También con peperina como les gusta a los cordobeses o con cedrón, tal como suele degustarse al sur del país.

Ciencia de la yerba

Desde los estudios de la ciencia se ha buscado sus orígenes, historias y beneficios. Pero pocos se han preguntado qué hacer con las cantidades de yerba desechada una vez utilizada.

En Argentina, el mate es un símbolo cultural indiscutible, pero se desechan 100 kg de yerba per cápita al año. Mientras tanto, en otras provincias como Entre Ríos el consumo asciende a dos kilos sobre la media, según el análisis de la Escuela de Nutrición de la UNC y el Instituto de la Yerba Mate.

No es la primera vez que este producto tan querido y consumido es puesto bajo la lupa de la comunidad científica. En al año 2018 pudo demostrarse sus efectos antimicrobianos ante bacterias como la Escherichia coli y la Staphylococcus. Tres años atrás, la American Society for Bone and Mineral Research (ASBMR) premiaba al doctor Lucas Brun por una investigación que demostraba que la yerba incrementaba la densidad ósea mineral.

Más cerca de esta breve línea temporal, en el 2022 otro estudio del Instituto de Medicina y Biología y de la Universidad de Cuyo, pudo demostrar que tomar mate previene el cáncer de próstata. En este 2023 se acerca una nueva propiedad, convertir los desechos de yerba usada en carbones activados.

En abril 2023, un equipo de científicos demostró que este producto puede tratarse para convertirse en carbones activados. La publicación del estudio se hizo en la revista especializada Journal of Environmental Management y deja por sentado el primer precedente mundial sobre las posibilidades de este desecho orgánico.

Qué son los carbones activados

Los carbones activados pueden encontrarse en innumerables productos cosméticos, aunque su uso más frecuente se da en la medicina donde se aplica para eliminar las toxinas del cuerpo. El carbón activado también se utiliza en los sistemas de arranque de autos eléctricos, computadoras, celulares y otros dispositivos, incluso en filtros de purificación y control de emisiones.

Su amplio abanico de aplicaciones alcanza el tratamiento de aguas y gases para eliminar contaminantes e impurezas gracias a su grado de absorción. El carbón activado consiste en un adsorbente procesado que presenta un elevado nivel de cristalización y porosidad.

En la actualidad, el desarrollo tecnológico en energías renovables que reemplazan el uso de combustibles fósiles hace evidente una necesidad: almacenar energía de forma estable.

Tirar la yerba para convertirla en tecnología de punta

“Hasta ahora nadie había pensado en la potencialidad tecnológica de un residuo tan abundante como la yerba mate en Latinoamérica. Pero pudimos demostrar que esa potencialidad, en realidad, es una oportunidad para la Argentina y la región. Y abre las puertas a la posibilidad de impulsar una industria que no se encuentra desarrollada y, eventualmente, sustituir importaciones y generar empleo local”, describió a la Agencia CyTA-Leloir la ingeniera química Florencia Jerez, primera autora de la investigación.

Hoy día, el almacenaje y suministro de energía constante es vital para el sostenimiento del desarrollo en fuentes alternativas. Así, el carbón activado se convierte en una parte esencial de los “supercapacitores” que permite absorber los picos de energía. Gran parte de estos utilizan carbones activados derivados de la quema de madera y otros productos similares que se sintetizan con más productos químicos. Según el proceso al que se someten puede presentar más o menos poros en su superficie.

Florencia Jerez. (Foto: Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires)

El carbón activado puede obtenerse a partir del residuo de la industria yerbatera, como ser hojas, palos y polvo de descarte que se calcula en unas 140.969 toneladas anuales remanentes de campo y otras 24.679 de los molinos. Otra gran parte de la yerba que sustenta este proyecto es la que ya se tomó.

Para Jerez la infusión con agua genera un alto grado de polifenoles, un detalle a considerar ya que permite reemplazar los químicos sintéticos del proceso posterior para obtener mejores carbones activados.

En términos simples, la iniciativa trata de reemplazar la materia prima proveniente de árboles por un residuo. El estudio deja abierta la posibilidad de instalar industrias nacionales que procesen el producto a gran escala, e incluso, reemplazar ciertos productos de exportación.

Aún queda camino por andar, pero los desarrolladores de la industria ya solicitan estimaciones de factibilidades técnicas, financieras y ambientales.