Las elefantas Pocha y Guillermina serán trasladadas al Santuario de Elefantes de Brasil en un viaje de más tres mil kilómetros. Fueron entrenadas y preparadas para viajar hacia su vida en libertad a mediados de mayo.

Por Amira López Giménez


“Luego de hacer todas las acciones administrativas correspondientes, junto a diversos actores, organizaciones y la sociedad en general, los CITIES de Pocha y Guille ya se encuentran aprobados para el traslado al Santuario Elefantes Brasil”. El tweet de Humberto Mingorancia, secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza (Argentina), trajo alivio y emoción a gran parte de la sociedad.

Pocha ya alcanzó los 56 años de edad. Llegó a Mendoza en 1968 tras recibir numerosos maltratos, y desde entonces no ha conocido otra realidad más que cuatro paredes. Guille, su hija, tiene 23 años y nació en el recinto, que antes supo ser un zoológico. Nunca experimentó la vida fuera de lo que hoy se conoce como Ecoparque Mendoza.

Pocha y Guille, madre e hija, esperan su traslado hacia el santuario en el Mato Grosso de Brasil. Foto gentileza del Ministerio de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza.

El 26 de abril, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo de la Nación entregó los certificados que aseguran la exportación de CITES (permisos de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Con este papel las elefantas ya pueden viajar. Su nuevo hogar será el Santuario de Elefantes de Brasil, ubicado a las afueras de Cuiabá, Mato Grosso.

Antes de que llegaran los permisos, la polémica se había desatado porque el Ministerio de Ambiente nacional decidió investigar el santuario, ya que no figuraba como tal en los registros. De todos modos, el espacio brasilero pudo demostrar la “idoneidad y aptitud” de su área de protección para recibir todos los elefantes aun cautivos en Argentina. Tras Pocha y Guille, y si todo sale bien, irán Kenia y Tamy (padre de Guillermina).

Una odisea de burocracias

El gobierno mendocino y el Santuario de Elefantes de Brasil ahora deben coordinar un operativo logístico binacional para que las elefantas comiencen su viaje de 3605 kilómetros a mediados de mayo.

El viaje será vía terrestre y por separado, en contenedores de cinco metros de largo. Según estiman las organizaciones, la odisea con las elefantas en ruta durará unos cinco días. Y el costo de semejante traslado alcanza los 74.000 dólares, pero el final vale la pena.

Pocha y Guille durante los entrenamientos en el Ecoparque de Mendoza. Foto gentileza del Ministerio de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza.

Cualquier traslado internacional de animales protegidos por CITES involucra vencimientos y controles impostergables, tanto del país importador como exportador. Uno de lo casos más recientes fue el traslado de dos tigres desde San Luis (Argentina) a Sudáfrica.

Para llegar hay que entrenar

La espera fue larga y ellas también debieron entrenar y prepararse para esta ocasión. En marzo de 2021 el Ecoparque de Mendoza, ubicado en la ladera noroeste del Cerro La Gloria, vivía uno de las jornadas mas emocionantes. A bordo de un camión llegaban las cajas que trasladarían a Pocha Y Guille.

Pero antes debían prepararse. Karissa Reinbold y Chrissy Pratt, norteamericanas que integran el equipo brasilero del santuario, se encargaron del desafío. El trabajo fue desde cero, según aseguran a La Nación.

Karissa Reinbold y Chrissy Pratt observan la llegada de los contenedores al Ecoparque de Mendoza. Foto gentileza de Marcelo Álvarez, vía La Nación.

Pocha y Guille viven hace años en un foso de paredes de cemento y piedra bola. El recinto tuvo que ser demolido en uno de sus muros para colocar los contenedores. Ese espacio reducido estaba pensado para que las elefantas no volvieran a salir de allí, incluso ante cualquier eventualidad que representase una emergencia. Al foso se accedía por una puerta diminuta, solo apta para humanos. Ese único hueco es toda la experiencia que tienen del mundo.

El Santuario de Elefantes de Brasil conserva a cientos de elefantes víctimas de maltratos y explotación de América del Sur. Foto gentileza del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

Hoy, Pocha y Guillermina deberán realizar una cuarentena de treinta días según las exigencias binacionales. Las personas encargadas de su cuidado y protección les realizarán exámenes de sangre, colocación de chips, desparasitación, lavado de trompas, amén de acostumbrarlas a ingresar solas a las cajas en las que pasarán varios días con sus noches hasta el Mato Grosso.