El proyecto Agujero Azul, que apunta a recuperar el mar argentino, ganó media sanción durante julio 2022. Aquí, la ciencia nacional se presenta como motor económico y de investigación, pero los intereses mercantiles e internacionales ponen en juego leyes y negocios que amenazan al mayor banco de biodiversidad marina.

Por Amira López Giménez


Conocido como el “cementerio de los submarinistas”, Agujero Azul avanza como proyecto de ley en Argentina. A principios de julio (2022) la Cámara de Diputados le dio media sanción a la creación de un área marina protegida en este paisaje, que solo muestra agua y cielo junto a un enorme torrente de vida. Este pequeño impulso en diputados puede convertirse en un gran avance para otra iniciativa: Pampa Azul. Una ambición que busca conquistar el mar por primera vez en el país.

Para comenzar, en esta plataforma continental, donde se encuentra Agujero Azul, yacen los restos del submarino ARA San Juan. La tragedia marina del 2017 que se llevó las vidas de 44 tripulantes en un hundimiento histórico, aún sin justicia.

Aprobar Agujero Azul sería, en parte, un homenaje para las 44 vidas que se perdieron. Pero, Agujero Azul también es conocido como “la catedral sumergida”. Su biodiversidad marina es extraordinaria, muchas especies del mar encuentran en estas latitudes un banco de alimentos único. Invertebrados, peces de todos los tamaños, mamíferos marinos y aves, recorren sus aguas cargadas de vida.

Foto gentileza del Gobierno de la Nación Argentina.

Pero en estas aguas al límite de las fronteras internacionales, también reinan redes pesqueras provenientes de barcos de todos los tamaños y banderas. Hay poteros que atrapan calamares, arrastreros en busca de abadejos o merluzas negras, buques tanques con combustible para reabastecer a otros. Y así, las aguas parecen una enorme ciudad, una comunidad que puede observarse incluso desde imágenes satelitales.

Barcos arrastreros en Agujero Azul. Foto de V. Falabella.

Agujero Azul se encuentra a unos 500 km del golfo San Jorge, entre las provincias de Chubut y Santa Cruz, (Patagonia, Argentina). Alcanza a ocupar unos 148 mil kilómetros cuadrados del fondo marino. Además de poseer una riqueza marina extraordinaria, sus aguas representan un conflicto de muchas asperezas. Se cruzan intereses científicos, económicos, políticos, y hasta la geopolítica internacional mete sus manos.

La catedral del mar y un conflicto de intereses

Su característica más peculiar es que su lado oriental se encuentra en aguas internacionales gracias a la isobata de 200 metros. En esta inmensidad, la luz penetra y favorece la vida y la biodiversidad. Pero no es la única razón de esta riqueza. Según datos cartográficos, en el acantilado submarino que marca el fin de continente, llamado Frente de Talud, se encuentran dos masas de agua. Por un lado, la corriente de Malvinas y por otro, las aguas de la plataforma continental.

Agujero Azul en imagen satelital. Foto gentileza del Gobierno de la Nación Argentina.

Ambas masas de agua, tan profundas y frías, provocan el fenómeno “surgencia”. Es decir, es un lugar vital que propicia el ascenso a la superficie de numerosos nutrientes. El resultado es el encuentro de todos los eslabones de la cadena trófica, como fito, zooplancton, ballenas, tiburones, y el calamar, entre otros.

Este último es el más codiciado por restaurantes de todo el planeta y se lo pesca sin control alguno. A la cabeza de esta industria pesquera en la región se encuentra China, Corea del Sur y España. Estos países lideran la pesca, en especial del calamar, y pueden hacerlo porque a pesar de ser una plataforma continental, las aguas son internacionales.

Cabe destacar que hasta el año 2016, solo una parte de Agujero Azul estaba bajo territorio argentino. Luego, una resolución de la Comisión de Plataforma Continental de Naciones Unidas, permitió ampliar la jurisdicción del país hasta 350 millas de la costa. De todos modos, hay una excepción. Solo el suelo y el subsuelo pertenecen a la jurisdicción argentina, en cambio, las aguas, siguen considerándose internacionales y cualquier pesquero puede tirar sus redes.

Banco de biodiversidad

La sobrepesca del calamar y otras especies ha provocado estragos. De ahí la importancia de que Agujero Azul como proyecto sea una realidad. Allí también se alimentan otras especies de la fauna marina, como la merluza, la vieira patagónica, aves y mamíferos marinos en determinadas estaciones del año.

Barcos pesqueros en el horizonte. Foto gentileza del Gobierno de la Nación Argentina.

A su vez, los intereses científicos también se posan sobre estas aguas oceánicas de las cuales poco se sabe. Si se considera, solo el 15% del mar ha sido explorado. Y esta plataforma marina existen cañones submarinos intactos que aún no han sido tocados por el ser humano y tientan a científicos y biólogos. También, alientan los pedidos para que la región sea protegida lo antes posible para su investigación y conservación.

Las empresas también posan sus ojos en esta área. En el 2021 el propio Gobierno nacional lanzó una exploración off shore del territorio. Es que las estimaciones dictan una enorme riqueza en hidrocarburos y nódulos polimetálicos. De todos modos, si el proyecto como área protegida alcanza su éxito, extraer petróleo sería imposible.

En los límites de las fronteras

La aprobación y creación del Área Marina Protegida Bentónica Agujero Azul -nombre formal- sería la primera más allá de la plataforma continental argentina. Pero hay algo más, y se trata de Malvinas.

El sector sur del área que se propone proteger roza los límites de la zona de exclusión total decretada por Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas. En 1982 fue el escenario de una guerra y la ocupación por el Reino Unido es objeto de tensión persistente entre ambos gobiernos.

Agujero Azul. Foto gentileza del Gobierno de la Nación Argentina.

Aunque el proyecto se ajusta a los límites internacionales, muchos llegan a verlo como una provocación de Argentina al Reino Unido. Los buques ingleses pescan en las mismas aguas unos metros más abajo y se trata de aguas militarizadas.

La situación llevó a considerar cuál es la capacidad del país en proteger las aguas de Agujero Azul. Algunos diputados consideran que es mejor hacerlo por partes ante la falta de recursos. Otros, señalan que la cuestión ambiental en cuanto a protección marina debe ser la prioridad. Lo ideal, sería capacitar y articular, tal como lo propone Pampa Azul.

Este último perdió vigencia e interés, pero se trata de algo más ambicioso en materia de protección, conservación y ciencia. Incluso, abarca más áreas, incluyendo tierra firme. Por el momento, científicos, biólogos, industrias y ciudadanos del país, esperan la aprobación para que Agujero Azul sea una realidad.