Marte en La Rioja y la búsqueda de soberanía científica
SABIA-Mar y Solar54 son dos iniciativas científicas argentinas que apuestan a la soberanía con recursos propios. Solar54 permitirá el estudio de las condiciones de Marte en la Tierra, mientras que SABIA-Mar indagará sobre el estado de la costa.
Por Amira López Giménez
La Rioja, Argentina. Una serie de estudios sobre las variables que condicionarán la colonización humana en Marte se desarrollarán en Los Colorados, el parque natural de La Rioja ubicado a 100 kilómetros de su capital. Allí se instalará el proyecto Solar54, una base de investigación y entrenamientos espaciales que proveerá información a las agencias de todo el mundo.
Las personas interesadas en la exploración del universo podrán enviar sus científicos, astronautas o ingenieros a investigar y vivir en el aislamiento más similar a las condiciones del planeta rojo. La iniciativa, con sello argentino, fue parte de la presentación en la feria internacional de la industria aeroespacial conocida como Satellite DC, Whashington.
Este proyecto cuenta con el fomento del gobierno provincial y de FANIoT, empresa de Misiones abocada al desarrollo de la tecnología IoT, también conocida como la Internet de las cosas. La movilidad sustentable y lo entornos de realidad virtual son algunas de sus especialidades. También participa la secretaría de Ciencia y Tecnología regional a cargo de Hugo Vera.
Solar54 cuenta con seis domos geodésicos que simulan el hábitat y los hidrocultivos inteligentes que serán utilizados en una futura vida en Marte. Este recóndito lugar de La Rioja cuenta con 70 habitantes que cedieron 5 hectáreas de su terreno para el desarrollo del proyecto.
Los Colorados o Marte en la Tierra
Para Ebene Ayelén, directora de Innovación en FANIoT y desarrolladora de Solar54, Los Colorados cuenta con una enorme similitud con las características propias de Marte. De hecho, así es dado a conocer en aras del desarrollo turístico. La tierra roja, sus formaciones rocosas y su clima dan la impresión de estar en otra dimensión.
“Ese aspecto juega un rol diferenciador ya que aporta el entorno ideal para la realización de las simulaciones. Solar54 se lleva adelante en estrecha vinculación con la comunidad que vive allí. También se realizaron los estudios de impacto ambiental para no afectar el entorno”, desliza Ebene Ayelén a Télam.
Según relata Ebene, el proyecto aplica energía solar y es autosuficiente en la generación de recursos. Se trata de seis domos adaptados para el entrenamiento de científicos y astronautas. Gracias a su diseño en forma de pentágonos y hexágonos que pueden encastrarse, reducen el tiempo de implementación.
A su vez, considerando que trasladar domos desde la Tierra a Marte sería un desafío titánico e inviable, se desarrolló un sistema robótico para agilizar el trámite. Los robots pueden recolectar suelo del planeta, mezclarlo con aceites vegetales y aplicar alta presión para formar las piezas, que luego otro robot termina de ensamblar.
No es la primera vez
La industria aeroespacial en Argentina ya tiene su antecedente histórico en Chamical (La Rioja). Hoy día la utiliza la Fuerza Aérea argentina, pero en el pasado estuvo operativa como base para experiencias científicas.
Allí y hasta 1981, lanzaron cohetes y globos estratosféricos, y también realizaron la campaña de lucha antigranizo. Su última actividad fue en el 2011 con Gradicom II, el cohete que alcanzó unos 100 kilómetros de altura. Hoy las bases militares realizan pruebas de drones.
Pero, no hace falta ir más lejos. SABIA-Mar es otro proyecto más reciente. El Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar, de ahí sus siglas, será puesto en órbita en 2024 y también se trata de una iniciativa argentina.
El satélite de observación está equipado con sensores ópticos que permiten reconocer las variaciones más sutiles del color del mar. Forma parte del Plan Nacional Espacial y tiene como meta proveer información. El desarrollo busca registrar la productividad primaria del mar, los ecosistemas marinos, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de los recursos pesqueros, la calidad del agua en las costas, el ciclo de carbono, entre otras aristas.
SABIA-Mar, un observador del espacio al mar
Carolina Tauro, doctora en física y principal investigadora de SABIA-Mar indicó a Télam la importancia del color del mar en los estudios de la ciencia y la producción.
Un tono más verdoso, detectable desde la observación del satélite, indicaría mayor presencia de algas en el agua. En cambio, un tinte marrón revelaría un aumento de sedimentos. En general, estas variables no son registradas porque los astros de observación están calibrados para alcanzar los objetivos diseñados por sus países de origen.
Con el lanzamiento de SABIA-Mar, la costa argentina contaría con mayores datos y precisiones. Entre ellas, la clorofila A, el pigmento verde de las algas que indican cuánto fitoplancton hay en el agua.
“Este dato es relevante. Es el primer eslabón de la cadena trófica marítima y un indicador ambiental extraordinario para el monitoreo del cambio climático ya que la mayor parte de la fotosíntesis ocurre en el mar”, desliza Tauro para Télam.
Finalmente, cabe destacar para ambos casos que son proyectos científicos con pleno desarrollo regional de sus componentes y recursos necesarios. Existe un apoyo internacional, pero también apuntan a una colaboración significativa del país en la comunidad científica del planeta.
Fuentes: Télam