Resilientes es la iniciativa que reúne las experiencias de 200 familias entre Argentina y Colombia (INTA y CIPAV) en torno a la producción agropecuaria y ecológica. De aquí se extraen 69 medidas de adaptación al cambio climático.

Por Amira López Giménez

7 de abril 2022, Argentina. El INTA (Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias) da a conocer el trabajo de dos años en una trasmisión en vivo por su canal de YouTube. De entrada, el informe de IPCC no es ajeno a este punto geográfico. Carlos Parrea, director del INTA, indica que esta experiencia es una respuesta a los resultados del informe y se pregunta si será el tiempo en que dejemos de mirar para otro lado.

Resilientes es una iniciativa que reúne 69 medidas de adaptación al cambio climático, desarrolladas junto a familias rurales, ganaderas y hortícolas de Argentina y Colombia. Trata de avances en estrategias agropecuarias y tecnológicas que permiten las resiliencias socio-ecológicas, es decir, desarrolla la capacidad de adaptación y respuesta a las inminencias del clima.

Existen 19 medidas de adaptación relacionadas  al acceso y la gestión del agua, 30 medidas vinculadas al manejo sustentable de suelo y diversidad y 20 para el fortalecimiento organizacional.

El proyecto fue realizado y ejecutado por INTA y CIPAV (Argentina-Colombia) y financiado por Euroclima+ (de la Unión Europea). Se titula Producción resiliente de alimentos en sistemas hortícolas-ganaderos de la Agricultura Familiar en regiones climáticamente vulnerables de Argentina y Colombia.

Los estudios hicieron hincapié en la producción de alimentos con base hortícola y ganadera de 200 familias. Ambos países tienen diferentes contextos y problemáticas socio-ambientales y deben subsistir y producir en un contexto de cambio global.

De las sequías a las inundaciones

Se abarcaron cuatro zonas. La región árida de la Patagonia Norte (con lluvias inferiores a 300 mm, la cual cae el 70% en otoño-invierno), la semiárida como el bosque chaqueño seco de Traslasierra (Provincia de Córdoba), y las zonas húmedas como el cinturón hortícola de La Plata (Buenos Aires). En Colombia el estudio se situó en el piedemonte amazónico de Caquetá.

Dardo López, ingeniero agrónomo, brindó algunos detalles: “En las zonas áridas y semiáridas los problemas de sequía recurrente y/o prolongadas son el principal problema, que interacciona negativamente con los procesos de desertificación que sufre la estepa Patagónica y el Bosque Seco de la ecorregión Chaqueña. Además, el problema de los incendios cada vez más recurrentes en Córdoba (y en gran parte de los bosques chaqueños) se ve agravado en el contexto de cambio climático.”

Gentileza INTA.

“En las zonas más húmedas también se incorporan problemas de aumento de tormentas con vientos fuertes (que generan daños al sistema agrícola y la infraestructura) y las inundaciones asociadas a lluvias torrenciales y al mal manejo de los paisajes agropecuarios”, detalla López.

Desde las familias rurales que participaron, Sandra Cruz es una de las primeras voces que se escucha en Resiliencias. De niña llegó a La Plata desde Bolivia y llevó consigo los modos de cultivo ancestrales. Para ella, adaptarse fue difícil porque el clima siempre fue un desafío.

“Ahora hay más inundaciones, más viento, es distinto”, confiesa la productora. “Lo importante es mejorar el suelo, eso realmente funciona no solo para el clima, sino también para nosotros y por los otros”, agrega.

Sandra Cruz, productora agroecológica de La Plata. Foto gentileza INTA.

Familias de la agroecología como respuesta

La tierra, el agua, los territorios desertificados, son parte de este proyecto que abarca distintos frentes de la producción agroecológica. Entidades como el INTA en Argentina y CIPAV en Colombia aunaron esfuerzos en la renovación y protección de producciones sustentables.

Las familias aportaron sus miradas, sus experiencias y sensaciones sobre las características de los entornos de producción y de esta manera se presentaron soluciones claras a diversas problemáticas. De hecho, sus conclusiones son avaladas por los numerosos estudios científicos y los datos globales disponibles.

Entre Colombia y la Patagonia, los terrenos presentan problemas en común y recurrentes, como el acceso al agua y los procesos de desertificación. En este sentido, investigadores del INTA y del CIPAV desarrollaron sistemas que ayudan a las familias productoras. El riego por goteo, canalización y tratamiento de agua de lluvia, biodigestores plásticos, abonos verdes y filtros, son algunas de las estrategias y tecnologías para las sequías.

También el ordenamiento territorial y las estrategias para sostenerlo forma parte del trabajo.

Foto gentileza INTA.

En cambio, en La Plata el principal problema es la tenencia de la tierra. Según indicaron desde el INTA el 73% de los campos están arrendados. Este dato llevó al desarrollo de tecnologías adaptadas al movimiento y traslado. “Los reservorios de agua se desarman y se combinan con bombas monofásicas (aptas para cortes de luz). Permiten el ahorro en términos monetarios y la disminución del uso de combustibles fósiles”, detalló la organizadora de Resiliente Buenos Aires.

Por otro lado, Neuquén experimenta la adaptación de semillas de la mano de Alejandra Gallardo. “El trabajo es con ocho familias muy vinculadas a las tradiciones culturales, de alimentos relacionados a la salud del cuerpo” declara la investigadora mientras subraya que junto a las familias buscan nombres para las semillas.