El informe de IPCC publicado a inicios de abril dejó claro la urgencia e impacto del tiempo. Para elaborar el informe se revisaron 18 mil artículos científicos, pero la conclusión es una: hasta el 2025 hay tiempo de reducir las emisiones de carbono.

Por Amira López Giménez

Aquellos escenarios propuestos como objetivos están más cerca de lo que parece. La emergencia climática es más apremiante y así lo corrobora el reporte 2022 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

La fecha límite es 2025, quedan tan solo tres años en un conteo regresivo global. Para entonces, las emisiones de carbono, en especial en el uso de los combustibles fósiles, deben llegar a su máximo histórico y luego caer de manera precipitada.

Esto no es nuevo. Los informes anteriores de la misma entidad internacional apuntaron las causas y las consecuencias del cambio climático. A su vez, sostienen una vez más que la responsabilidad por la catástrofe ecológica que se avecina está en la humanidad. No solo por las causas, si no también por la posibilidad de frenar el desastre.

Lo que es peor, y en cierto sentido ha frenado la acción de ciertos líderes, es que el panorama no es reversible. De todos modos, se puede mitigar, contener, aunque los efectos prevalecerán por los siglos venideros. Advierten que de no darse una reconversión en el uso de energías y en los modos de producción y consumo, es probable que para el 2050 el planeta no sea habitable.

Irreversible pero mitigable

El horizonte que se vaticina no es nada favorable. Huracanes, sequías, incendios forestales, calor extremo, entre otros serán más prolongados y devastadores. Ya hay algunas demostraciones, como el descongelamiento de los polos, el nivel de acidez en el mar, inundaciones y sequías.

A esto se suma un crecimiento poblacional cuya demanda de recursos sencillamente es insostenible, según las conclusiones de los 18 mil artículos reunidos y analizados en este informe.

Portada de 30×30, campaña global contra el cambio climático.

Parece una exageración, pero los líderes en defensa del planeta y desde la ciencia subrayan que no es ninguna película de ciencia ficción.

A pesar de este llamado a la toma de conciencia urgente, los planes económicos de muchos países, especialmente los llamados del primer mundo, insisten en el uso de energías no renovables. Es más, hay una vocación irremediable por la explotación de estos combustibles, en tanto prevalece la dependencia económica y energética de suministros derivados del petróleo.

Para desplomar las emisiones se barajan distintas medidas. Sin embargo, todas implican un cambio profundo en los modos de producción y consumo. Para esto, el tablero del mercado global deberá revertirse.

Reducir el uso de combustibles fósiles, ampliar el acceso a la electricidad y mejorar su eficiencia, utilizar energías alternativas como el hidrógeno o la energía solar, son algunas de las propuestas. También se apunta aun cambio en los modos de consumo y de producción de alimentos.

Imagen de portada gentileza de Thales Group. Fuente: IPCC.