Un estudio intenta explicar la arquitectura del hornero, el ave más representativa de Sudamérica. Pareciera que sus nidos no son algo del azar. Así buscan comprobarlo ciudadanos del lado sur del continente en un proyecto conocido como ciencia ciudadana.

Por Amira López Giménez

Elige como un artista el gajo de un sauce añoso, o en el poste rumoroso se vuelve telegrafista.

Allá, si el barro está blando, canta su gozo sincero. Yo quisiera ser hornero y hacer mi choza cantando.

Versos de El hornero, Leopoldo Lugones


“Los horneros no son unos machirulos” señala el Doctor Juan Carlos Reboreda del Conicet y la UBA durante su análisis sobre un estudio realizado por ciudadanos y científicos de Sudamérica. Estas aves construyen sus nidos de barro en pareja. Ambas tienen el mismo nivel de participación en la formación del hogar, mitad y mitad. Y es justamente su hogar lo que llamó la atención de los primeros investigadores en preguntarse cómo este pájaro albañil define la arquitectura de su hogar.

En la mayoría de las aves, es un solo sexo el que se ocupa de construir el nido. Sin embargo, el Furnarius rufus (hornero) se encuentra en la excepción de la regla. Tanto macho como hembra cooperan. Ogaraity en guaraní, tiluchi en Bolivia, hornero, caserito o alonsito, en Argentina, esta especie nativa es el símbolo del trabajo y la unidad en América del Sur. Y en Argentina es el ave nacional desde 1928.

“La casita del hornero tiene alcoba y tiene sala”, diría en su poesía, Leopoldo Lugones. De hecho, su casa tiene en su interior una especie de tabique que divide la entrada de la cámara de incubación. El nido cuenta con una base, paredes circulares, techo, y una pared interna para ingresar a la cámara donde protegen a sus crías.

Ciencia ciudadana

Es muy común ver sus hogares en postes de luz, en el tendido eléctrico, en las cornisas de los edificios, en los hogares de las personas (símbolo de la buena suerte), en los árboles, o incluso en el piso.

Los horneros tardan quince días como mínimo para armar su hogar. Foto gentileza de Bioespecies.com.

Como material de construcción utilizan barro, pero también algunas plantas y estiércol de otros animales. Su arquitectura es única, pero poco se sabe sobre ella: simplemente se confiaba en que las lluvias y los vientos determinaban la orientación de la entrada. Hoy la pregunta es si la cuestión genética no habrá hecho de las suyas.

Para aclarar la cuestión, la “ciencia ciudadana” fue puesta en acción por la página en Instagram y Twitter conocida como nidohorneros. Sus creadores, Lucía Mentesana, Nicolás Adreani y Mihai Valcu, determinaron, mediante el análisis de cientos de fotografías aportadas, que la arquitectura asimétrica de estos nidos no es solo el azar.

“Utilizamos un enfoque de ciencia ciudadana para cuantificar la ocurrencia de asimetría, izquierda-derecha, en el complejo nido del hornero rufo”, indican los investigadores en su documento científico publicado en Current Biology.

La investigación contó con la observación y registro de ciudadanos de Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia. En sí, más de 1200 personas devenidas en investigadoras recolectaron datos de 12606 nidos. Esta práctica ciudadana de la ciencia permitió abarcar un área de 4.8 millones de kilómetros cuadrados. Lo que se traduce en el área de distribución del hornero en Sudamérica.

El estudio

La tecnología fue una aliada. El grupo elaboró una aplicación para teléfonos móviles gracias al aporte del programador Tomás Córdoba. La app, completamente gratuita, permitió registrar la altura del nido, su tipo de cobertura, el sustrato utilizado, el nivel de urbanización y el tipo de entrada al hornerito.

Los datos fueron cruzados con otras mediciones que la misma aplicación proporcionó como la temperatura, altitud y precipitaciones de la región donde se ubica el nido.

La hipótesis fue que la asimetría de la arquitectura se trata de una herencia genética trasmitidas entre generaciones de pájaros albañiles, lo que contribuye a que estas parejas construyan sus nidos de formas similares.

Foto gentileza de biodiversidad.com

Estos aves se emparejan de por vida y los nidos son usados una sola vez para la temporada de cría. Sin embargo, este grupo de ciudadanos científicos decidió entender por qué la mayor parte de los nidos tienen una entrada ubicada a la derecha. Según el estudio, un 12% más de nidos registraron esta característica.

Las causas pueden ser varias, puede tratarse de una “decisión de pareja”, factores ambientales, o posibles amenazas, apuntan los científicos. Para “nido horneros” y este estudio reciente, la genética es la variable a analizar.

Otros aportes

“La orientación de la entrada del nido varía, pudiendo estar dirigida a diferentes puntos cardinales. En un estudio reciente se ha encontrado que estos cambios en la orientación de la entrada parecen estar relacionados con características climáticas, puesto que diferentes orientaciones pueden implicar diferentes microclimas. En general, se alude a la temperatura y humedad dentro de la cámara de incubación y cría de los pichones”, agrega Rodrigo Lorenzón, biólogo, especialista en biodiversidad y comportamiento de aves del Conicet en una entrevista para Uno.

Foto gentileza de Biodiversidad.com

Lorenzón se extiende e indica que los nidos de los horneros cumplen un rol fundamental para el ecosistema. Si se presta atención, también son utilizados por otras aves para anidar, como el jilguero dorado o la golondrina parda. Esto “prueba la eficacia del nido”, ya que hay un éxito reproductivo de otras especies en los horneros.

Por último, un detalle más. Una vez construidos, por lo general, los nidos no son reutilizados, por lo que cada pareja construye un nuevo nido en cada temporada, otorgando un balance final al ecosistema.

Imágenes gentileza de biodiversidad.com