Viejas que hierven, es el título del documental de Violeta Tapia, presentado en el BAFICI 2022 donde retrata el sexo en mujeres que ya superaron el umbral de los setenta años. Cómo ha cambiado el sexo, cómo es el sexo para ellas y cómo será pata todos, son algunas de las incógnitas que atraviesan al documental.

Por Amira López Giménez

Fotografías gentileza de Viejas que Arden, BAFICI.


El bastón y la renguera no va a ser impedimento

para tener sexo violento

con un viejo atrevido

que tenga por bien vivido

lo que lo ha dejado contento.

Es cierto que con los años las cosas se hacen más lentas,

pero si alguien me calienta,

al Kama Sutra recurro,

entre besos y susurros,

la libido se fermenta.

El hombre recurre al viagra,

la mujer al lubricante,

para llegar al instante,

del orgasmo placentero,

y allí empiezan los peros,

que agobian a los amantes.

Ya desnudos y en la cama

nos besamos flacideces,

y como tantas otras veces,

pasados de calenturas,

acomodamos posturas,

y el gran impulso aparece.

Ya está todo preparado, 

no somos tan exigentes,

estoy estrenando dientes,

una prótesis divina,

y con ella muerdo en las esquinas,

para evitar accidentes.

Viejas que hierven, un documental de Violeta Tapia

Con estos versos -sin concluir- comienza el documental Viejas que Hierven de Violeta Tapia. Con una diferencia abismal en edad, supo retratar la vida sexual de las mujeres septuagenarias que el mercado del sexo ha dejado de lado. Las mujeres ponen su voz y su imagen, y también sus cuerpos y su calentura que no se acaba aunque la piel cae como colgajos de las piernas y de los brazos.

“Todo se cae, y no solo las tetas”, desliza una de las protagonistas del documental presentado en el BAFICI (2022). Una de ellas, Rosa Rodríguez Cantero, poeta y creadora del hilo gauchesco que promueve el film hasta el final, señala que lo que se hace con la sexualidad de los viejos “es una masacre”.

La piel sobra, cuelga. Las rodillas ya no aguantan como antes, las posiciones son fijas, el orgasmo rápido, pero, aun así, la calentura dice presente y pide pista. Para su realizadora, Violeta Tapia, cuarenta años más joven que las protagonistas, la sexualidad en adultos mayores es un tema tabú.

En diálogo con Página 12 dice: “En el cine y en lo audiovisual, la representación de la sexualidad de lxs viejxs es casi nula, incluso dentro del feminismo, a quienes se apunta para hablar de sexualidad es a la gente joven. También comencé a ver que lo único que había en las películas eran parejas de viejxs y siempre estaba todo muy centralizado en su pureza y su dulzura, pero nunca se lxs representaba como sujetos deseantes”.

El documental fue presentado en la última edición del Festival Internacional de Cine de Buenos Aires (BAFICI) en la categoría especial de “pasiones”. Los prejuicios y los estereotipos se hacen presentes. Las viejas que arden, que son Tili (75), Rosa (72), Norma (77), Clarisa (73) y Griselda (71), lo afirman en su relato.

Hablan de cómo son los hombres de su edad, los que miran a mujeres más jóvenes y señalan que tiene que estar muy, muy, muy bien, para que una joven les dé “bola”. También cuentan cómo son ellas, y cómo se sentirían frente a un cuerpo más joven -y cómo se sintieron con cuerpos más jóvenes-.

Comparten su intimidad, los accidentes con los dientes postizos, la extraña y hasta dolorosa sensación de los penes en vaginas secas y penes que no se erigen como obeliscos. Lo que pasa por sus cabezas y lo que suponen que le sucede al otro.

Una de ellas es Norma, militante y la primera lesbiana en casarse antes de que la ley de Matrimonio Igualitario llegara a la Argentina. Las imágenes de su felicidad con su pareja, las declaraciones de cómo descubrió ser lesbiana, el amor por su compañera y el sexo, ahora, que ya supera el umbral de los setenta, se intercalan con las escenas que presentan las sutilezas de cuerpos marginados del mercado.

“Yo creo que la sexualidad atraviesa toda la vida”, dice una de ellas que confiesa varios amantes. Otra la acompaña y en inclusivo: “También creo que el sexo lo tenemos toda la vida, por eso abogo para que les viejes sigamos teniendo sexo”.

“Hay parejas de mi edad que no cogen. Somos viejos dicen, no estamos motivados, se nos pasó el tiempo y eso me revienta. Te digo, con tanta injusticia rondando las calles, con tanta desgracia tocando las puertas, esa impotencia en el día a día, ¿no sería importante amarse en abrazos? ¿perderse en juegos? ¿en caricias? ¿tomarlo todo?”, indaga el hilo gauchesco y pícaro de Rosa y remata: “No sé vos, pero yo tengo pensado no volver a ponerme jamás una bombacha”.

Su directora indica que la entrega audiovisual la elaboró para que la acompañe cuando ella sea vieja, para que la abrace cuando sienta que su cuerpo también arde. El documental aún se puede ver en el link.

Fuentes: BAFICI.