El proyecto de yerba orgánica es un desafío para la conservación de las aves, selvas y campos. La idea surge de Aves Argentinas desde su Proyecto Bosque Atlántico y suma al sector yerbatero.

Foto de tapa: reserva El Puente Verde por Sergio Moya.

La yerba mate es un árbol nativo de gran relevancia comercial y social en las provincias de Misiones y Corrientes, Argentina.

Con grandes hectáreas de selva y biodiversidad, fue Alberto Roth quien se convirtió en un pionero al cuidar esa región.

Roth llegó desde Suiza a Misiones en 1925 y se consagró a la conservación del ecosistema misionero. Tras su muerte, su chacra se convirtió en una fundación que lleva su nombre. Tiene más de 100 hectáreas y está ubicada a pocos kilómetros de Santo Pipó.

Alberto Roth explicando sus experiencias sobre la lombricultura a estudiantes de Agronomía de Buenos Aires. Foto: gentileza Facebook de Fundación Alberto Roth.

El suizo fue un visionario en el cuidado de la selva, bregaba por las buenas prácticas agrícolas así como la conservación del suelo, la yerba bajo monte y el rozado sin quemar.

Por eso, Aves Argentinas continua su huella con acciones replicables que permiten conservar más y mejor las aves, las selvas, y campos de Misiones.

La chacra donde vivía Alberto Roth, hoy convertida en fundación. Foto: gentileza Fundación Alberto Roth.

Conservar la biodiversidad

A través del proyecto Yerba CAÁ (Cultivo Amigo de las Aves), la conservacionista crea, fortalece y restaura las áreas protegidas, y activa proyectos con especies de aves amenazadas.

A la vez que produce información de calidad, capacita a los recursos humanos y promueve el desarrollo de las comunidades.

De este modo, busca conservar la biodiversidad en áreas protegidas con educación ambiental y ordenamiento territorial, pero también desde las góndolas, a través de un consumo responsable.

El proyecto Caá, cultivo amigo de las aves.

La yerba mate tradicional

La yerba mate es uno de los cultivos más “venerados” del país, y es parte del folklore nacional argentino.

“A diferencia de otros, no tuvo ni tiene detractores, salvo por las condiciones en que vivían los mensúes o mensualeros a principios del siglo XX”, cuenta Andrés Bosso, a cargo del programa NEA de Aves Argentinas.

Además, tiene un altísimo impacto positivo en la economía local, “con una superficie de 210 mil hectáreas en la zona productora (Misiones y nordeste de Corrientes), una de las regiones de mayor biodiversidad del país”.

Yerba mate con cobertura arbórea. Foto: gentileza Aves Argentinas.

Es también llamada ka’a en idioma guaraní (Ilex paraguariensis), una especie arbórea nativa que forma parte del dosel intermedio del Bosque Atlántico en la Argentina, Paraguay y Brasil.

Las plantaciones crecen en estado silvestre, y originalmente se cosecha de sus manchones naturales, y forman parte del sotobosque o del estrato medio, y puede alcanzar entre 8 y 15 metros de altura.

Fruto de la yerba mate. Foto: Damián Lozano.

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Conservar el paisaje

Bosso expresa que incluso en su cultivo industrial se debería mantener remantes “en fajas ecológicas y bosques protectores”.

Lo que generalmente no ocurre y “hacemos que se comporte” como cualquier otro cultivo, con un poder de transformación total, aunque sea una especie nativa. Lo que lleva a la disminución de la cobertura vegetal natural.

El especialista explica que al tratarse de una especie nativa, esta brinda un escenario de posibilidades reales de convivencia con el ambiente de la selva.

Yerba mate con cobertura arborea. Foto: gentileza Aves Argentinas.

Además, “es un aliado para la conservación a nivel predial, con potencial para incidir a escala de paisaje. Y eso es lo que estamos explorando”, remarca el titular del proyecto NEA de Aves Argentinas.

Hacia la yerba CAÁ: el cultivo amigo de las aves

Este producto tan identitario es una herramienta de cambio para la protección de uno de los ambientes más amenazados del planeta: el Bosque Atlántico.

Surucua cola blanca. Foto: Damián Lozano.

Para ello, Aves Argentinas desarrolló un protocolo de producción y conservación, respaldado por un sello de verificación, que identifica el producto comercial.

Y está dirigido a productores primarios y empresas yerbateras de la provincia de Misiones y Corrientes, que producen y comercializan yerba mate orgánica ya certificada o en proceso de serlo.

Sello de verificación

En la práctica, el protocolo es sencillo: los productores y elaboradores que quieran contar con el sello de verificación CAÁ en sus paquetes deben garantizar la conservación de una superficie de selva en relación a sus hectáreas de cultivo orgánico.

Fruto de yerba mate. Foto: Damián Lozano.

En este caso, la proporción es de un mínimo de 2 hectáreas de selva por 1 hectárea de cultivo, en cultivos a cielo abierto, o de un mínimo de 1 hectárea de selva por 1 hectárea en cultivos de yerba bajo monte.

Las hectáreas son identificadas, mapeadas, relevadas y monitoreadas. Sobre ellas, algunos productores crean reservas naturales privadas.

La selva en pie

Plantaciones de yerba mate. Foto: gentileza Aves Argentinas.

Este proyecto “CAÁ es sinónimo de selva en pie, y una alternativa real para mitigar el impacto de la pérdida de hábitat por la expansión de la frontera agrícola”, indica Andrés Bosso, a cargo del programa NEA de Aves Argentinas.

Asimismo, detalla que los objetivos son claros: incrementar la superficie de conservación y restauración de la biodiversidad del Bosque Atlántico.

Al mismo tiempo suma las prácticas agronómicas en la producción de yerba mate orgánica, la mejora en el precio de la hoja verde para el productor primario, y el valor de conservación para la marca.

Con la idea es promover el consumo consciente de productos “más amigables con el ambiente”.

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En camino

Recolección de yerba mate. Foto: gentileza Facebook Fundación Alberto Roth.

Aves Argentinas remarca que desde hace varios años recorre las provincias con el proyecto CAÁ.

Estos intercambios los viene generando el ingeniero Forestal y coordinador de iniciativas de Desarrollo Sostenible y Restauración de Aves Argentinas, Juan Pablo Cinto.

“Se organizaron reuniones con 17 productores, y otros encuentros con autoridades de dos cooperativas de productores de yerba mate orgánica en el área de la reserva Curindy, un lugar inspirador en Puerto Rico, Misiones, donde hay sitio piloto CAÁ”, relata el ingeniero.

Reserva Curindy, Misiones. Foto: gentileza Facebook Reserva Curindy.

La reserva de Aves Argentinas

El Puente Verde, cerca de Comandante Andresito, es la reserva propia de Aves Argentinas. Esta conecta los parques nacionales Iguazú, de Brasil y Argentina.

En esta reserva se está montando un sitio piloto de Yerba CAÁ y se organizan jornadas de capacitación.

“En un primer encuentro, recibimos a unos 12 productores con quienes compartimos saberes sobre alternativas para integrar la producción y la conservación del bosque”, manifiesta Cinto.

Tersina. Foto: Damián Lozano.

A su vez, la organización impulsa, en sus 12 hectáreas de yerba mate en proceso de certificación orgánica, la plantación de especies nativas para integrar “sombra forestal” al cultivo.

Gracias a esto, ya existen vínculos formales con ocho productores que suman unas 140 hectáreas de producción orgánica y 880 hectáreas de selva en pie.

Saí azul. Foto: Damián Lozano.

Conciencia ambiental

El sello CAÁ cuenta con un protocolo armado y un plan de negocios presentado a productores orgánicos, cooperativas y empresas yerbateras, y ya hay varios convenios firmados.

Sobre el tema, Gustavo Barutta de la consultora BSA para Aves Argentinas expone que la intención es apoyar a los productores, y contagiar a los consumidores de yerba orgánica para ir un poco más allá y apuntar a que ese producto.

Además de desarrollarse en un marco de buenas prácticas agrícolas, y que ayude a conservar la selva misionera. “Estamos convencidos de que lo apreciarán y demandarán esa diferencia”, afirma Barutta.

Vacas en la reserva Curindy. Foto: gentileza Facebook de la reserva Curindy.

Amigable con las aves

La yerba CAÁ levanta la bandera de los “Bird Friendly” (amigable con las aves) que está en boga en varios países.

A la vez que abre las puertas a empresas elaboradoras de yerba mate orgánica, a productores de la hoja verde, y otros actores posteriores en la cadena de valor.

Bailarín naranja. Foto: Damián Lozano.

Asimismo, en la actualidad existe un mercado potencial de 37 productores orgánicos, sobre un universo de 12 mil productores de yerba mate en la región.

Y la adopción del sello CAÁ apunta a aprovechar la tendencia global con una creciente demanda de alimentos saludables, y que son producidos con el menor impacto en los ecosistemas de origen.

Datos importantes

●      La industria argentina produce algo más de 300 millones de kilogramos de yerba mate elaborada, que se consumen en el país y se exportan fundamentalmente al Mercosur, Chile, Siria y otros países del hemisferio Norte.

●      El consumo de yerba mate alcanza los 6,4 kg/año/habitante, lo que supera en más de 7 veces al resto de las infusiones en nuestro país.

●      En su cultivo convencional se plantan hileras cada 3 metros, con 2500 a 3000 plantas /ha sujetas a podas de cosecha -al menos tres por año-, o de formación para mantener el porte arbustivo sin deteriorar la sanidad y el crecimiento.

Solo se produce en Paraguay (4%), sur de Brasil (34%) y la Argentina (62%).


Acerca de Aves Argentinas

Es una organización nacional que, compuesta por más de 3.000 socios y con 105 años de vida protege las aves silvestres y la naturaleza de Argentina.

A la vez, es miembro de BirdLife International, la red de organizaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza más grande del mundo.

Y trabaja en favor de las más de 1000 especies de aves silvestres y sus ambientes, con proyectos y acciones de conservación, investigación, educación y divulgación junto a investigadores, voluntarios, técnicos y una amplia red de voluntarios y Clubes de Observadores de Aves.