Una joven posa para que G. Miles tome una de sus fotografías. Su mirada es colmada por el sol, su cuerpo se sumerge en el agua barrosa, los minerales le dan destellos, el cuerpo se confunde con los colores de la tierra y su poder. Sus imágenes fueron elegidas por muchos por “trascender la fotografía”, por un vínculo distintivo entre quien mira y es mirado.

Por Amira López Giménez


Guadalupe Miles nació en Buenos Aires en 1971. Su infancia fue un transcurrir entre la ajetreada capital argentina y la naturaleza explosiva de Jujuy y Salta. El norte no le es ajeno. Sus comunidades y su cultura forman parte de ella. De niña supo recorrer los caminos que unen estas geografías, con abuelos en ambos lados y la comunidad wichí habitando sus espacios. Su trabajo no es una mirada ajena, sino algo personal, su vida misma.

Comunicadora social, fotógrafa, escultora, navegante de las artes visuales, hoy sus fotografías trascienden al mundo de las imágenes y es reconocida por distintas instituciones internacionales. Algunas series se expusieron en ciudades como Curitiba, Barcelona, Rosario, Chaco, pero también países como Francia, Paraguay y México.

Retratar desde adentro

Tuvieron que pasar veinte años de trabajo en el Chaco Salteño. Pero Guadalupe Miles obtuvo su serie fotográfica homónima que hoy trasciende a las miradas que observan, pero nunca se involucran. Es decir, esas miradas frías y distantes que suelen retratar a los pueblos originarios desde la vulnerabilidad. Acá la vitalidad domina sus fotografías.

Su tiempo transcurrido en el Chaco Salteño se congela en sus series fotográficas. Según los buenos observadores, lo retratado habla, y dice tanto que nace una especie de dialéctica. Se trata de un “estar” distinto que le dio un lenguaje particular, subjetivo, personal, pero que demuestra un contrato previo con la persona retratada.

Rodrigo Alonso dice que sus imágenes “no son arrancadas a sus modelos, sino construidas a partir de las conseciones de estos. Así los wichís dejan de ser entidades que se miran para convertirse en individuos que se dejan ver.”

Mirar y mirarse

Bañados por el sol, sumergidos en barro y agua arcillosa, los y las wichís del Chaco Salteño miran la cámara, juegan con ella, proponen vitalidad. En las fotografías hay una cercanía muy íntima. Así, la mirada de Miles desafía los límites del lenguaje tradicional con sensualidad y sin estereotipos de belleza.

Miles cuenta que una persona de gran sabiduría de la comunidad una vez le habló de dos mundos, como si estuvieran separados. Para filo.news dice que ahora trabaja para tender puentes entre esos dos mundos.

También dice que su conexión con los y las wichís fue mediante Tiluk, chamán y líder que la recibió e incluyó en la comunidad. Hasta tiene su propia casa en el lugar a la que puede regresar cada vez que lo desee. Ahora Miles vive en la Quebrada de Humahuaca, de allí parte cada tanto a alguna muestra.

Conoce más de su trabajo en su perfil de Instagram.

Todas las fotografías pertenecen a Guadalupe Miles, fotógrafa.