Visibilizar una enfermedad crónica como la endometriosis obliga a explorar la menstruación y el cuerpo de la mujer, dos campos en apariencia relegados de los estudios científicos.

Por Amira López Giménez


Es el 14 de marzo, Día Internacional de la Lucha contra la Endometriosis, y algunos posts lucen el color amarillo distintivo de esta pelea hacia un enemigo poco visibilizado. Al escribir la palabra clave, el buscador arroja un manojo de resultados. EndoHermanas Argentina es una de las primeras organizaciones comunitarias de mujeres que surge en la pantalla con más de 11 mil seguidores.

Ya se sabe que es una de las enfermedades menos investigadas y más confundidas con otras afecciones crónicas. Desde EndoHermanas celebran, por segundo año consecutivo, la proyección de un video informativo y subrayan una frase que resuena “Si duele no es normal”. La Dra. Mercedes Fiuza en Instagram también hace lo suyo. Generar conciencia es la principal herramienta en este mes.

La endometriosis afecta al menos a 1 de cada 10 mujeres y su principal síntoma es el dolor, mucho dolor, palpitante, ardiente, punzante. Según las investigaciones es un dolor menstrual que puede durar varios días, incluso entre periodos. No hay paliativos ni ibuprofeno que lo mitigue, puede provocar vómitos y ausencias laborales. Y no se limita exclusivamente al útero, puede darse en el recto, vejiga, piernas o pelvis.

Lara Briden, autora de “Cómo mejorar tu ciclo menstrual. Tratamiento natural para mejorar las hormonas y la menstruación” (2019), (libro recomendado así no sufras de endometriosis), echa un poco de luz sobre el tema.

En pocas páginas resuelve muchas dudas, por ejemplo, que los síntomas se extienden a problemas de vejiga, (incontinencia, evacuación dolorosa), problemas intestinales (diarrea o estreñimiento), distensión abdominal, fatiga, fiebre, sangrado intermenstrual, infertilidad o abortos espontáneos.

Como enfermedad, puede tardar diez años en ser diagnosticada, y puede suceder que desde la ginecología se pase por alto el diagnóstico. Fiuza también lo afirma: “Una persona puede consultar entre 8 y 15 ginecólogxs hasta tener una respuesta correcta”.

¿Qué es la endometriosis?

La endometriosis es una enfermedad ginecológica, progresiva y crónica. Aquí, pequeños fragmentos de tejido endometrial (glandular y estromal) crecen fuera del útero. A esos fragmentos se le llaman lesiones

Vale recordar que mes a mes, los ovarios producen hormonas que le ordenan a las células revestir el útero con una pared más gruesa. Eliminan células con sangre y tejido durante la menstruación.

La endometriosis sucede cuando esas células se reproducen en otras zonas del cuerpo y provocan un dolor intenso y persistente. El tejido puede pegarse a los ovarios, las trompas de Falopio, a los intestinos, recto, vejiga, pelvis, pudiendo incluso deformar algunos sectores del cuerpo.

Sus causas aún son desconocidas. Una de las teorías más aplicadas al diagnóstico es la de “menstruación retrógrada”, entendido como el flujo menstrual que retrocede a través de las trompas para meterse en la cavidad pélvica. Esta teoría tiende a descartarse. Otras hipótesis indagan en la herencia genética, en madres o hermanas con endometriosis que reciben la condición.

Digestión y endometriosis: hay algo que anular en la dieta

Según el estudio de Briden, el 90% de las mujeres con endometriosis también experimentan síntomas intestinales. Es más, se retroalimentan. Los problemas en los intestinos generan una disfunción inmune que empeora el cuadro.

Para la autora, una buena digestión es clave. Cuando conoció a Hannah, uno de sus casos testimonios de endometriosis, pudo corroborar la influencia negativa del consumo de lácteos derivados de la vaca, huevos y gluten. Se trata de alimentos sensibles que al evitarlos en la dieta permiten disminuir el dolor.

Por supuesto, no es instantáneo, a Hannah le llevó 12 meses notar los resultados. A su vez, Briden aconseja consumir productos naturales como cúrcuma, berberina y zinc, que funcionan como antiinflamatorios e inmunomoduladores.

Diagnóstico y tratamiento

Una ecografía no es suficiente para descartar un cuadro de endometriosis. Hoy día, la única forma de diagnosticar esta afección crónica es, curiosamente, con una cirugía laparoscópica, “terriblemente obsoleta” en palabras de Briden. Personas entendidas en la materia buscan otras posibilidades para un diagnóstico demasiado tardío.

“[Como] una prueba simple que utilice un biomarcador encontrado en sangre, saliva, orina, sangre menstrual o el revestimiento del útero”, escribe Briden y subraya: “la endometriosis es una enfermedad grave y actualmente no tiene cura. Los tratamientos convencionales y naturales pueden aliviar los síntomas de la endometriosis, pero no pueden curarla.”

Hacia una ley nacional de lucha contra la endometriosis

Puede decirse que Argentina se encuentra a la vanguardia con esta propuesta de ley. En la primavera del 2018 y de forma unánime, la cámara de diputados sancionó con fuerza de ley la cobertura médica integral en todo el territorio nacional y la concientización de la patología. Pero aún no es una ley oficial.

La propuesta demanda la cobertura integral por parte de las obras sociales y un correcto uso del gasto público para ahondar en las investigaciones.

También abarca la terapia médica, psicológica, farmacológica y quirúrgica y todo lo necesario para mitigar el dolor y mejorar la calidad de vida. Así, la gran solicitud es que la endometriosis sea contemplada dentro del Programa Médico Obligatorio. Las campañas y la capacitaciones a los profesionales en el diagnóstico también es clave.

“Sumado a lo anterior, la Sociedad Argentina de Endometriosis estima que sólo el 10% de los ginecólogos tiene en cuenta a esta enfermedad y que el 65% piensa que el dolor es normal o confunde los síntomas con patologías que van desde el colon irritable hasta la constipación”, indica el proyecto de ley.

En Argentina, la endometriosis afecta a un promedio preocupante de millón de personas menstruantes, en su mayoría entre los 15 y 50 años. En efecto, de acuerdo con la OMS, entre el 5% y el 15% de las mujeres en edad reproductiva en el mundo padecen esta enfermedad.

Con un día internacional, con colores amarillos y con puños en alto, se espera que la ley sea una realidad y que los estudios puedan encontrar mejores formas de diagnóstico y tratamiento.