Tratado de alta mar: un acuerdo que llevó 20 años
El Tratado de Alta Mar se firmó a inicios de marzo 2023. Se trata de un acuerdo histórico que protege por primera vez las aguas internacionales, un aire de esperanza para Agujero Azul en Argentina.
La noche del sábado 5 de marzo en New York puede pasar a la historia de la lucha ambiental. Tras casi 20 años de negociaciones, iniciadas allá por el 2004, se logró un acuerdo entre los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El resultado no es menor, se obtuvo el tratado más relevante para enfrentar la destrucción de los océanos y la lucha contra el cambio climático.
Al parecer, la campaña 30×30 del año 2022 tuvo su éxito y su peso en el cierre de las negociaciones. Por entonces, esta iniciativa global buscaba proteger un tercio de la biodiversidad en tierra y mar.
El llamado Tratado de Alta Mar coloca al 30% de los océanos del planeta en áreas protegidas. Hace años que estas regiones marinas son depredadas. La sobrepesca, la contaminación por desechos nucleares y derivados residuales, el tráfico marítimo y en los últimos años se suma el renombrado cambio climático.
Tratado por el mar
Para lograr este acuerdo, si se quiere, una de las primeras demostraciones de trabajo conjunto por el ambiente en un mundo globalizado, se debe establecer un marco legal común a todos los países.
Cabe destacar que las aguas internacionales se encontraban a voluntad e interés de cada quien. En este sentido, solo el 1% de este recurso se encontraba bajo protección. El resto dependía de arreglos unilaterales y en muchas situaciones, no existía una normativa aplicable.
De cualquier forma, el tratado propone que antes de hacer uso de cualquier porción del océano, como puede ser colocar cables submarinos, aplicar energías renovables, realizar explotaciones mineras, cualquier propuesta que involucre el uso de océanos debe contar con una evaluación de impacto ambiental. Aún no hay especificaciones de cómo realizar esas evaluaciones, ni el ente que estará a cargo.
También surge otro aspecto relevante como la transferencia de tecnologías entre países. No son pocas las empresas que saben cómo utilizar los últimos desarrollos en el espacio menos conocido y explorado del planeta. Solo el 20% de los océanos cuentan con cartografías, y en este sentido, el tratado ayudará a potenciar el conocimiento sobre el 80% restante.
Por último, el acuerdo involucra inversiones para la conservación marina y la cobertura accesible al material genético. ¿Qué es esto? Es casi lógico, pero hay que destacarlo. Hasta ahora solo los países con mayores recursos (los mismos con capacidad tecnológica) podían hacer uso del material genético de los océanos. Así, el 90% de las patentes se encuentran solo en 10 países, tales como Estados Unidos, Japón, Alemania, entre otros. Ahora, el tratado obliga a compartir esa información en pos del desarrollo humano y la conservación de la biodiversidad.
Una luz de esperanza para Agujero Azul
Ubicado a unos 500 kilómetros del Golfo de San Jorge, Patagonia, la zona de aguas internacionales conocida como Agujero Azul en Argentina, es una de las escasas regiones que genera fitoplancton. Se trata de una serie de microalgas productoras de alimento marino, esencial y vital para la biodiversidad de las aguas saladas.
Este organismo es un alimento clave para las ballenas que incluyen este espacio en su recorrido global, pero también para los organismos más pequeños.
Agujero Azul es peculiar ya que, su ubicación justo en el borde legal de las aguas internacionales, le permite mezclar distintas corrientes oceánicas. Y por supuesto, acarrea una lucha que hace años las organizaciones se pusieron al hombro por encontrar una protección.
Aquí la pesca es a mansalva, las empresas se llevan toneladas de calamares, merluzas y merluzas negras para servirlas en los restaurantes más finos.
El saqueo es tal que durante las noches la zona parece una ciudad vista desde arriba. Como una isla de faros y luces que iluminan la aguas y solo se trata de embarcaciones extractivistas que comienzan su trabajo en la milla 201, en el límite de los inicios de las aguas internacionales, área de no influencia para la jurisdicción argentina.
El tratado parece darle un aire de descanso para Agujero Azul, que pasará a ser regularizado y protegido. Aún queda por ver el texto final y la aplicación de la normativa global para las aguas oceánicas.