La obra de arte más cara del siglo XX
The shot Marilyn, una de las obras más icónicas de Warhol (luego de las latas de tomate), fue subastada por la casa Christie’s en US$195 millones. Las cuatro serigrafías de Marilyn Monroe, ícono de la revolución sexual, se convirtió en la obra más cara del siglo XX.
Por Amira López Giménez
Ahora es una estrella, o sea: una personita enmascarada que quisiera recordar, pero no puede, cierto momento en que simplemente quiso ser salvada de la soledad.
Marilyn por E. Galeano (2015)
“Es una de las imágenes más raras y trascendentes que existen”, destacaba de entrada la prestigiosa casa Christie’s, sobre “Shot sage blue Marilyn” durante la subasta realizada en New York. La serigrafía de Andy Warhol que inmortalizó a Mariliyn Monroe fue subastada en una ronda extraordinaria que duró menos de cinco minutos.
Hoy la obra de arte se ha convertido en la más cara, no solo de Estados Unidos sino de todo el siglo XX. Incluso, se posicionó por delante del aclamado “Les femmes d’Alger” de Pablo Picasso (1955), pero por detrás del “Salvator Mundi” de Leonardo Da Vinci (1500).
La obra que inmortaliza a Marilyn, considerada la mujer más hermosa en Estados Unidos, se titula “The shot Marilyn” y está compuesta por cuatro serigrafías, hoy valuadas en US$195 millones.
Pin-up en los ’50
Para la casa de subastas Christie’s, Marilyn no solo es un emblema del movimiento pop del país, sino también, representa el optimismo y la individualidad de los cincuenta. Sin lugar a dudas, su rostro es ícono de aspectos culturales como la fama y la celebridad de la posguerra.
60 años más tarde de la muerte prematura de Marilyn, las imágenes de Warhol son un símbolo de una época que trasciende el tiempo. Marilyn Monroe (Norma Jeane Mortenson, 1926-1962) fue actriz, modelo y cantante. Se convirtió en uno de los símbolos sexuales de la década de 1950 y principios de los ’60, siendo el mayor emblema de la entonces revolución sexual.
Mucho después de su fallecimiento se la interpreta como un ícono importante para la cultura pop. De hecho, en 1999 American Film Institute la clasificó en el sexto lugar de la lista de las grandes leyendas femeninas del cine en la edad de oro hollywoodense.
Nació en Los Ángeles y su vida fue voraz y cruda. La mayor parte de su infancia la pasó en un hogar de acogida para niños y niñas. A sus jóvenes 16 años ya estaba casada con John Newton Baker, un abusivo nueve años mayor que ella. Con él tuvo dos hijos, y ella solicitó el divorcio, con éxito, pero Baker secuestró a los niños y se mudó a Kentucky.
Una belleza inmortal
La Segunda Guerra Mundial la encontró trabajando en una fábrica donde conoció al fotógrafo que la lanzó, exitosamente, como modelo pin-up. Marilyn pasó a ser inmortal.
En 1953, el primer número de la revista Playboy la ponía en tapa. Pero, Monroe estaba decepcionada cuando los estudios Fox la encasillaron como “rubia tonta” y le ofrecieron salarios bajos a cambio de trabajos titánicos.
Incluso, el rechazo de un proyecto cinematográfico hizo que la suspendieran durante 1954. No importaba mucho, su propio éxito logrado a esfuerzo en un escenario que la sexualizaba, la llevó a lanzar su propia compañía cinematográfica: la Marilyn Monroe Studio.
Su vida privada nunca fue dejada de lado, era tan pública como los ministerios y su intimidad era convulsiva y tormentosa. Se casó tres veces y le adjudicaron romances de todo tipo, incluidos los hermanos Kennedy.
Las circunstancias de su muerte en 1962 (36 años) nunca fueron aclaradas. Solo se señala una sobredosis por barbitúricos en su casa de Los Ángeles. Su ama de llaves la había encontrado tendida e inconsciente en su dormitorio. Sobre su muerte y su belleza todo se ha escrito. En el 2015 desclasificaron su autopsia, y solo pudieron decir que murió fea, que no era tan linda, aunque hiciese suspirar a medio mundo, que murió sin depilar sus piernas como en una especie de tragedia, que el forense debió reconstruir su cuerpo, y así, la crueldad le robó la belleza y el glamour.
Para Warhol cualquiera es famoso
La vida de Warhol no fue menos convulsiva que la de Marilyn. Fue un personaje polémico para la época, algunos críticos señalaron a sus obras como una burla o una pretensión. Por supuesto, aún desconocían quién sería Andy Warhol años después, cuando se convertiría en el artista más influyente del siglo XX gracias a sus obras “burlescas”.
Máximo representante de la revolución social y cultural de su época, Warhol supo retratar a hombres y mujeres en serigrafías y fotografías. Marilyn Monroe integra su colección junto a Mick Jagger, Liza Minnelli, Jhon Lennon, Diana Ross, Michael Jackson, Brigitte Bardot, Mao Zedong, entre otros.
Su gran logro fue convertir al arte, reservado a la clase de élite, en algo banal, trivial, lejos del culto intelectual y más cerca de la industria y la masa social. Se encargó de transformar al arte en algo accesible, con sentido para todas las clases. Por ese motivo, las veinte latas de sopa de tomate, obra más reconocida de Warhol hecha con el alimento base de millones de personas, fue trasformada en un objeto de arte. Y no era casual, ni corriente, al contrario, era vital.
Combinó con excelencia la publicidad, los medios masivos y supo decir, como en una especie de premonición de lo contemporáneo matizado con redes sociales y medios masivos, que: “En el futuro todo el mundo será famoso por quince minutos”.
La serigrafía de Monroe pasó a la historia de las obras más caras del siglo XX. Parece mentira, parece una ironía, dos personajes que lucharon contra un mundo superficial, plástico, y al mismo tiempo explotaron el sueño dorado del estrellato estadounidense a la perfección. Hoy, sus imágenes y sus firmas cotizan millones.