Pastoriza, la primera astrónoma argentina y con galaxias a su nombre
La santiagueña Miriani Pastoriza es la primera astrónoma egresada de la Universidad Nacional de Córdoba. Supo revolucionar los estudios del universo dos veces, y su vida fue signada por la lucha contra los prejuicios de ser mujer.
Por Amira López Giménez
Galaxias, ese conjunto de estrellas, planetas, nubes de gas y un poco de polvo cósmico. Todo se une mediante fuerzas gravitatorias que dan como resultado una explosión errante de supuesta vida que el telescopio Hubble sabe mostrar en detalle. Con los avances, mirar al cielo se ha vuelto una actividad casi predecible, la mayoría de las estrellas se conocen, pero qué sucede cuando se puede ver más allá.
Miriani Pastoriza nació en 1939 en Santiago del Estero, Argentina, donde el calor azota con fuerza. Junto a su familia dormía en la galería de su hogar, no por pasión sino por calor, pero ese modo de protección ante el clima la llevó a mirar el cielo incontables veces.
En esa galería comenzó a indagar el cielo nocturno, una práctica que se extendería a lo largo de su vida. Cuenta que cuando el mundo se horrorizó porque Rusia enviaba una perra al espacio (la famosa Laika), ella solo quería ser esa perra. Su historia sorprendió y revolucionó la ciencia del universo, pero también entusiasmó a cientos de niñas y mujeres a lo largo del planeta.
Las galaxias llevan su nombre
Resulta que hasta la década de los años 60 se pensaba que el centro de una galaxia era solo una estrella muerta o vieja. Miriani Pastoriza, junto a su jefe de tesis, José Sérsic, desafió la idea y provocó más que una revolución.
Pastoriza es la primera mujer en graduarse como licenciada en astronomía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Gracias a sus esfuerzos por investigar descubrió que un alto porcentaje de galaxias, en particular aquellas con formas de espiral, contienen un centro de gas ionizado y polvo, es decir, un núcleo. Hasta ahí todo normal, pero, justamente de estas galaxias nacen nuevas estrellas todo el tiempo y no se trata de algo que está muriendo.
Su hallazgo fue un quiebre del paradigma astronómico de la época. Hoy, telescopios como el Hubble que son lanzados al espacio muestran una y otra vez nuevas y sorprendentes galaxias imposibles de ser alcanzadas aunque viajemos toda una vida. Pero para entonces fue un gran quiebre y un impacto de peso a nivel internacional. Fue tal la sorpresa por el descubrimiento de Pastoriza y Sérsic que tras la publicación del artículo Peculiar Nuclei of Galaxies, las mismas pasaron a llamarse Sérsic-Pastoriza, o galaxias S-P.
El estudio y las observaciones fueron realizadas en la Estación Astrofísica de Bosque Alegre (Eaba), Córdoba, Argentina. El telescopio de 1,54 metros era el más grande del hemisferio sur, pero para entonces, ser mujer y trabajar de noche en la montaña desolada era algo “mal visto”. El mismo Sérsic debió tramitar un permiso especial para que la joven pudiera pasar algunas noches en la estación.
La revolución fue doble
En 1970 volvió a patear el tablero de nuevo. Pastoriza descubrió que el espectro de la galaxia conocida como NGC 1566 es variable. Hasta entonces, tampoco se había observado que su núcleo es activo. El gas que la rodea se mueve a grandes velocidades lo que supone la existencia de un agujero negro.
Y por supuesto, nadie le creía que eso fuera posible. Sus colegas consideraron que podía ser un error de su observación. La desconfianza le costó cinco años, el tiempo que tardó en publicar el artículo con su nuevo descubrimiento, esta vez personal, y revolucionar a la ciencia del universo una vez más.
Cuando llegó el Golpe de Estado en Argentina, Pastoriza fue incluida en la lista de personas “presuntamente peligrosas” según las fuerzas armadas. La lista negra le costó su puesto de docente en la UNC y su trabajo en el observatorio. Ya no podía ser contratada en ningún lugar.
Se exilió a Brasil en 1978, cuando Argentina ganaba su primer mundial de fútbol. Fue Edemundo da Rocha Vieira, director del Instituto de Física de la universidad de Rio Grande do Sul, quien la invitó a vivir para que aquí no perdiera su vida. Aceptó y desde allí siguió trabajando con otros investigadores.
En el país brasilero trabajó sobre la variabilidad de la luz y en los mapeos galácticos del hemisferio sur que señalaban la presencia de posibles agujeros negros supermasivos. Esta vez lo hizo con un telescopio de 50 centímetros y cambió su especialidad de astronomía extragaláctica a estelar.
Un gran paso para la historia
Sus trabajos tuvieron su merecido reconocimiento. Fue directora y administradora de numerosos espacios. Primero, Lula da Silva, presidente de Brasil, le entregó la Orden Nacional del Mérito Científico, y luego recibió el título de Doctor Honoris Causa de la UNC.
Aún es una referente ineludible de los estudios astronómicos actuales. Además, milita por el cupo femenino en las ciencias. Trabaja con la Asociación Latinoamericana de Mujeres Astrónomas.
“Hoy en día tenemos un programa en Brasil que se llama Niñas en la ciencia, vamos a los colegios y les explicamos el papel que la mujer puede tener en la ciencia. El mayor desafío es despertar vocación científica en las niñas”, indica para los medios oficiales de Argentina.
Fuente: UNC Ciencia. Fotos NASA y UNC Ciencia.