Facundo Salas, el chef argentino que apostó a la calidad de vida en un pueblo medieval español
Dejó Córdoba capital para afincarse en Valderrobres, patrimonio arquitectónico de España, y ahora trabaja como cocinero en un hotel rural.
Por Gustavo Trombetta
Llegar a Valderrobres, uno de los pueblos más bonitos de España, es como llegar a un lugar de película. Es introducirse en la escenografía con una arquitectura de muchos siglos atrás.
Esta comunidad de unos dos mil habitantes está orgullosa del Castillo que es del Siglo XII, aunque no se descarta que sea más antiguo.
Hay pequeñas calles con grandes subidas y bajadas, con miradores hacia el valle. La geografía tiene similitudes con regiones de Córdoba, Argentina.
Ubicada en la zona sur de la región de Aragón surcada por el río Matarraña y a pocos kilómetros del limite con Cataluña. Allí vive una familia de argentinos integrada por el cocinero Facundo Salas, su esposa Paula, sus hijos, Pedro y el recién nacido, Bruno (el único que vio la luz por primera vez en Europa).
“Tuvimos que atravesar la pandemia y en el momento más críticos mis vecinos me dejaban bolsones de verduras en la puerta”, relata Facundo acerca de la experiencia que atravesó durante la pandemia por coronavirus.
Él cuenta con detalle cómo es su vida, algo que le dejó la experiencia de docente en Córdoba. Fue profesor de Celia Escuela Integral Gastronómica y reconoce que era demasiado exigente con sus alumnos.
En busca de calidad de vida
En Córdoba también participó de varios emprendimientos de cocina. Y hoy es el chef del hotel Les Capçades en Horta de Sant Joan y siente una gran libertad para trabajar.
Además, se reconoce como una persona inquieta y eso le permitió incorporar conocimientos gastronómicos en sus viajes por México, América del Sur y sus anteriores visitas a Europa.
“En la cocina juego mucho y aplico técnicas para romper los esquemas”, destaca e inmediatamente recuerda su ultimo menú: “Atún rojo con una salsa huancaína, boniato y ajo negro o algo mas simple como un rape con mayonesa de albahaca, tomates confitados y sal de jamón”.
De esta manera muestra como puede unir una salsa peruana con un pescado del mediterráneo.
Y aclara: “acá se utilizan mucho los menúes de estación y por eso todo el mundo sabe que es lo que está de temporadas. Hay dos productos estrellas: el olivo y el vino pero además se cultivan muchas verduras y también frutales”.
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En la puerta del Hotel Les Capçades hay tres verbos escritos en una piedra: Descansar, respirar, sentir. El predio está en una localidad vecina que se llama Horta de Sant Joan, un lugar que invita a relajarse en una zona rural de montaña.
Facundo expresa que en su casa cocina todos los días y que sus comensales son muy clásicos, no le permiten experimentar mucho, pero manifiesta que “acá cambiamos mucho la alimentación con menos carnes y mas verduras”.
Caminando por esas callecitas llegamos a una casa muy antigua de piedra de dos pisos. La puerta es la típica de madera bien gruesa con bisagras forjadas en hierro.
Facundo baja el picaporte en ingresa a su casa. Ante el asombro dice: “Esto es calidad de vida”. Y agrega: “Es lo que vine a buscar”.
El sol de la primavera española se hace sentir y la charla se va por distintos caminos, de la familia, de los miedos, de los proyectos, de la época cuando yo quien escribe era su alumno, de los cambios. Y la frase final de él: “Los límites son mas mentales que reales por eso hay que animarse”.